Otra experiencia fallida

A Campo Elías Terán Dix, el famoso narrador de fútbol de Cartagena, fallecido esta semana y conocido en todo el país, lo recordará la opinión como un buen locutor, que sabía narrar, que introducía vibrantes emociones en las transmisiones.

A Campo Elías Terán Dix, el famoso narrador de fútbol de Cartagena, fallecido esta semana y conocido en todo el país, lo recordará la opinión como un buen locutor, que sabía narrar, que introducía vibrantes emociones en las transmisiones, que cosechaba miles de oyentes a sus espacios radiales y que generaba muy buenos ingresos a la emisora para la que laboraba; pero también lo recordarán como un mal alcalde, que llegó impulsado por su popularidad e inflado por la fama, pero que sucumbió en la política y en la administración de una ciudad cuyos problemas le quedaron todos grandes. 

Se instaló en el despacho gubernamental con unas ganas enormes de hacer cosas y se encontró con que la gente que lo rodeaba no era la mejor, con que las argucias que lo acecharon no eran fácilmente identificables, con que los corruptos que se le acercaban no dejaban develar sus intenciones y con que el trámite de las obras que soñaba no era de simplezas, sino de enormes complejidades. 

En medio de tumbos, de decepciones y de errores garrafales, la Contraloría General resolvió separarlo abruptamente del cargo, mientras la enfermedad lo consumía y no le daba tiempo siquiera para aclarar las acciones que pretendió implantar. 

No es fácil combinar el éxito en un campo, con la inexperiencia en una dimensión desconocida para la cual no había adquirido la práctica necesaria y no había afinado ningún criterio que le permitiera administrar los difíciles y tenebrosos escenarios de la administración pública. 

Constituye una nueva lección, una de tantas en Colombia, en donde personajes de la farándula, del deporte y de otras disímiles actividades se arriesgan de la noche a la mañana a navegar por las aguas turbulentas de la política, con el fin de acrecentar su popularidad y de satisfacer el ego desde el ejercicio de la actividad pública, con la peregrina idea de que su fama lo puede todo y de que el idealismo dominará la realidad. 

Los electores no han sabido asimilar experiencias y purgar errores y como la memoria de este país es tan frágil, vuelven a surgir los espejismos detrás de las personas que la opinión admira y valora, pero por circunstancias totalmente distintas a las que pretenden a última hora actuar. 

Mientras tanto, otro ingrediente que se suma para la frustración de los ciudadanos, para desgracia del gobierno y para lo que constituye el despilfarro interminable de los recursos, que con tanto empeño aportan los contribuyentes, con la esperanza de aliviar sus necesidades apremiantes. 

Credito
EDUARDO DURÁN GÓMEZ

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