Esto porque los estudios de opinión son apenas una fotografía de la percepción instantánea y tienen la tendencia de poner demasiado énfasis en las noticias del momento, los  sucesos más dramáticos conocidos y en general en lo inmediato.

En este marco, quisiera acercarme a las recientes encuestas de popularidad del presidente Juan Manuel Santos que han arrojado como resultado un aumento en su  imagen desfavorable y en el número de colombianos que desaprueba su gestión.

Una de estas encuestas fue la realizada por Napoleón Franco a  petición de  medios de comunicación como RCN, Revista Semana y la FM, que llevó a cabo 1.010 encuestas telefónicas y presenciales en las áreas urbanas de 13  municipios en   Colombia, en 2012. Por su parte, Gallup Colombia entrevistó telefónicamente a 1.200 personas en febrero del 2013 y, durante el mismo periodo, la firma Datexco, a petición de la emisora la W, realizó 1.000 encuestas telefónicas en hogares de 13 ciudades del país.

Un corto análisis sobre la ficha técnica de cada una de estas entrevistas, nos muestra que todas ellas fueron llevadas a cabo en el perímetro urbano y que la mayoría se realizó a través de llamadas telefónicas lo que nos permitiría concluir que los ciudadanos consultados pertenecían  principalmente a estratos 4, 5 y 6 que estaban presentes en el hogar o residían habitualmente en el mismo.

Así, el perfil de los encuestados no representa  la totalidad de los colombianos por lo que debemos ser cautelosos en la interpretación que se haga de sus números. Además, muchas de las respuestas dadas en estas encuestas pueden resultar del contexto o la coyuntura, más que  de un análisis comparativo de la gestión presidencial. Solo por poner un ejemplo, recordemos que las noticias  que  circulaban durante los primeros meses de gobierno del Presidente Santos confirmaban la muerte de alias el Mono Jojoy, lo que pudo traer un resultado de más del 80 por ciento en la favorabilidad.

Ahora, las encuestas reflejan estados de ánimo que no se pueden desconocer  o menospreciar. En este caso son un campanazo de alerta para la unidad nacional. Ojalá los actuales ministros se sientan aludidos, se pongan la camiseta por la ejecución del gobierno nacional en las regiones y retomen el mensaje de la prosperidad democrática.