El virus populista y el antídoto

Juan Manuel Galán

Enero del año 2020 ha sido un mes marcado por hechos de alto impacto para la política internacional y para nuestra sociedad. Los conflictos en Colombia, Libia y Siria; el plan “unilateral” de Estados Unidos para el oriente medio; los desastres naturales de Australia, Brasil, Indonesia, Turquía, India y Paquistán; el derribo del avión ucraniano por parte de Irán; la muerte de Qasem Soleimani y la epidemia coronavirus.

Sin tregua alguna y para rematar el primer mes del año, el 31 de enero fue un día trágico para los países símbolo de las instituciones democráticas del mundo occidental. En dos de las democracias más avanzadas y antiguas del mundo -Reino Unido y Estados Unidos-, el “todo vale” se abrió paso en un mundo donde el populismo toma fuerza manipulando las emociones de la gente y cabalgando en forma maquiavélica sobre sus miedos y esperanzas a través de un nuevo, poderoso e instantáneo vehículo: las redes sociales. El documental “Nada es privado” de Netflix, hace una descarnada radiografía del mecanismo, la trampa y la mentira para obtener el resultado político deseado cueste lo que cueste.

En primer lugar, a las 18:00 horas (hora colombiana) en una escena dramática que no para de asombrar, fue retirada la bandera del Reino Unido del parlamento de la Unión Europea. Así, luego de 47 años de apostarle a la eliminación de fronteras para que Europa se uniera como una sola, una campaña plagada de manipulaciones y mentiras, donde la desinformación fue la regla, el Brexit se hizo realidad. El arrepentimiento de los ciudadanos al no saber realmente sobre lo que estaban votando no bastó, ya la decisión estaba tomada y no había paso atrás.

Como segundo punto, luego de un juicio sin testigos, en especial sin el testimonio del exfuncionario más poderoso y cercano a los hechos, John Bolton, el Senado de Estados Unidos rechazó el llamado de nuevos testigos para el juicio de “impeachment” contra el presidente Trump. Un duro golpe donde la pugna partidista se impuso sobre el bien general, bastión de cualquier Estado democrático de derecho. Esto deja un mensaje negativo a toda la sociedad: si se tiene el suficiente poder y dinero se puede imponer lo que sea y como sea. La vieja doctrina de Richard Nixon resumida en su respuesta a la famosa entrevista con David Frost se impuso en el caso Trump: “Bueno, cuando el presidente lo hace, significa que no es ilegal”. O aún peor, el complemento de esa doctrina por Alan Dershowitz, abogado del presidente: Cuando un presidente busca la reelección y considera que su aspiración es un asunto de interés público, tiene derecho a abusos de poder (corrupción) para lograr su objetivo.

Si en democracias avanzadas y con sólidas instituciones el populismo hace estragos, Colombia puede ser presa fácil y caer en las fauces del monstruo. Millones de muertos le ha costado a la humanidad dejarse seducir por los cantos de sirena del populismo. El ejemplo histórico más dramático ha sido Adolfo Hitler. Cuando dejamos de cultivar la historia, esta se devuelve implacablemente en contra nuestra. Nada parece más importante para proteger a nuestros ciudadanos contra el populismo que el estudio y conocimiento profundo de la historia. Estudiarla con un espíritu crítico y analítico es un imperativo ético ineludible si queremos preservar nuestras instituciones democráticas.

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