Disparos al aire: La soledad de la izquierda

Se ha dicho, con sobrada razón y más allá del cansancio académico, que una democracia fuerte y consolidada, requiere de partidos serios, bien estructurados, con mecanismos democráticos eficaces de organización interna, y obvio, con unos ejes conceptuales muy bien definidos y precisados.

Este avance se ha buscado, por muchos caminos institucionales, incluyendo claro está la vía constitucional, pero hasta el momento no se ha llegado siquiera a mitad de camino en su realización. Al contrario, en cada debate electoral se evidencian nuevas gambetas, trucos y zancadillas para burlar el propósito de consolidar los partidos políticos como base fundamental de la participación política en la democracia colombiana. Ahora bien, a partir de este enunciado podemos comprobar - ubicándonos en la realidad política actual-  que si en la derecha llueve por los lados de la izquierda no escampa, y para colmo de males, caen rayos y centellas. La derecha pura no encontró partido existente, y se vio en la necesidad de fundar su propio – y mal denominado – puro centro democrático, aunque también en importantes y respetables franjas del Partido Conservador se levantan idénticos ejes conceptuales.

Pero, por el lado de la izquierda, o sea de organizaciones políticas que buscan consolidar el Estado Social de Derecho, donde prime la persona humana sobre las leyes de mercado; en el que se democratice el poder y la riqueza; se busque la paz en procesos negociados, para citar sólo algunos ejes conceptuales de amplia cobertura ciudadana, el despelote es total. Para la muestra estos coloridos botones: existe el amarillo Polo (que combina rojos propios del Moir y del Partido Comunista); luego aparecieron los Verdes; más tarde los combinados de Progresistas; ahora los posiblemente rojos de la Marcha Patriótica, y ayer en el Country Club de Medellín se presentaron hasta ahora los incoloros de “Pido la Palabra” con un primer esbozo de programa que resume muy bien temas esenciales propios de la izquierda democrática colombiana.


Así las cosas, y frente al próximo horizonte electoral, se puede vislumbrar, con algo de certeza política, que más que los partidos de nuevo en Colombia –lo mismo que antes– jugarán un papel decisorio los liderazgos personales. La derecha tiene en la manga sus muy buenas cartas. El lío, es que por los lados de la izquierda democrática no se percibe quien convoque, y lo más difícil, quien unifique las fuerzas dispersas. Así las cosas, la política colombiana, lamentablemente, seguirá moviéndose cada vez más, del centro a la derecha. Y, la izquierda como siempre: sola, como la campanada de la una.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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