Solidaridad por cancelación del Jamming debe mantenerse siempre

Juan Manuel Díaz

Al principio, no pudo ser más dramático lo del fallido festival de música Jamming. No solo por la pérdida de dinero de quienes habían comprado boletas para asistir, sino por los emprendedores de alimentos, quienes perdieron sus inversiones en materias primas y productos que pensaban vender en los conciertos. Algunos de ellos, incluso vieron morir los ahorros de su vida.
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Es claro que a la empresa organizadora se le salió de las manos la magnitud del festival, especialmente cuando se ha dicho que en el famoso cartel promocional que variaba casi que, a diario, se pusieron nombres de artistas que ni siquiera habían confirmado su presencia, siendo esto considerado por la Superintendencia de Industria y Comercio como publicidad engañosa y de tajo cancelado por otras presuntas irregularidades.

De manera inmediata estallaron las redes sociales en el país, y esta vez, la atención no se centró en los fanáticos de las bandas musicales que fueron afectados por la cancelación, sino en los emprendedores de tamales, brownies, lechonas, hamburguesas, postres, bebidas, entre otros productos, que, al ser cancelado el evento, tuvieron que rebuscarse la forma de venderlos a través de múltiples maniobras, pero fundamentalmente gracias a la solidaridad de los tolimenses y algunos colombianos.

Rápidamente las redes sociales de entes gubernamentales, instituciones públicas y privadas, y de personas del común, se llenaron de mensajes e imágenes promocionales de diferentes productos, los cuales fueron vendidos oportunamente gracias al llamado de la comunidad, pero también a los escenarios que se dispusieron para ello por parte de empresas privadas y públicas. Hay que destacar la pertinente reacción de los gobiernos departamental y municipal para disponer la logística necesaria para adecuar ferias improvisadas de emprendimientos, extender los horarios de rumba, y promover planes de divertimento con orquestas que iban a participar en el fallido evento como fue el caso de La 33, Alzate, Francy, entre otros. Justamente ese es el mensaje que hoy vale la pena destacar.

No podemos seguir siendo indiferentes ante las necesidades del otro. Ibagué, es una ciudad relativamente pequeña, y cuando se afecta a algo o alguien, somos muchos los que podemos poner nuestro granito de arena. Por ejemplo, que bueno que, así como se hizo con los emprendedores del Jamming, se hiciera con los afectados por el invierno y los fuertes aguaceros de estos días en diferentes barrios de la ciudad.

Afortunadamente la imagen vendida en este fallido concierto, no fue la de la negligencia y la inoperancia de quienes debían hacer el evento, sino la de la solidaridad de todos que debe mantenerse.

JUAN MANUEL DÍAZ.

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