El hijo de Cajamarca

Luis Fernando Garibello Peralta

Qué piensa un niño a los 6 años en Cajamarca Tolima, cuando el país y nuestro departamento pasaban tal vez, por la época de terror más fuerte que se tuvo en el siglo XX. Qué piensa alguien de un municipio que en esa época era lejos de Ibagué, y ni qué decir de Bogotá, con carreteras estrechas, caminos sin mayor atención, pero cuyos ecos de la violencia tocó con fiereza.
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Cuántos compañeros de este niño terminaron trabajando en el campo cultivando arracacha como pudiera ser la lógica por aquellos años aciagos, o cuántos, como mis padres, que, siendo niños para entonces del sector rural de dicho municipio, fueron desplazados por la misma violencia partidista y llegaron a una Ibagué gigante para ellos, pero que, según la CEPAL, tenía un poco más de 50 mil habitantes en la década de los 50’s, una cuarta parte de lo que hoy tiene solamente la Arboleda Campestre de Ibagué.

Los caminos de la vida son distintos para todos, los retos los va poniendo la vida misma, y el talante lo tiene el alma de cada quien.

Según Wikipedia, el joven Vargas llegó a Bogotá a estudiar en la Universidad Libre, un claustro donde se han formado líderes como Enrique Olaya Herrera, Gaitán fue su rector. De allí han salido gobernadores, alcaldes, senadores, y muchos magistrados que hoy, con profundo respeto por la ley y las instituciones, cumplen su labor sin mayores pretensiones, como debe ser, con sencillez.

Años después, pasó por juzgados en Suesca, Bogotá, Zipaquirá hasta que, por sus méritos académicos, logró llegar al Tribunal Superior de Bogotá en un concurso de la rama. Hasta allí, creo yo, las expectativas que tenía, habían sido superadas de lejos. Estando en sus menesteres de Magistrado, leyendo miles de páginas, estudiando un doctorado, siendo padre, en fin, haciendo lo que toca, un compañero le dice que participe en el concurso para magistrado de la Corte Constitucional. ¡Qué! ¡Magistrado de la Corte Constitucional!  Esto ya era mucho, es lo que todos los abogados podemos soñar, ¿pero alcanzarlo? El último día para aplicar al concurso lo hizo, estaba más preocupado por su trabajo y su doctorado que por ser Magistrado de la Corte. 

La historia dice que fue Magistrado con lujo de detalles, fue presidente de la misma también en una dura época política y social de nuestro país. Los jueces se expresan por medio de sentencias, y el Dr. Vargas produjo una brillante; la T-025 de 2004 que declara que el respeto y garantía de los derechos y su desarrollo progresivo no son facultad del Estado, sino una obligación que se materializa en el deber de acatar las normas establecidas, para garantizar la igualdad material y la protección efectiva de los derechos. Esto es lo más importante que se ha dictado en materia de atención a desplazados en Colombia y la protección de sus derechos.

Miembro de la comisión interamericana de Derechos Humanos, y cuando ya pensó que era suficiente, que sus días los dedicaría a la academia, a su familia, fue nombrado como Embajador de Colombia ante la OEA, con un alcance continental.

Consultando con amigos y conocidos del Dr. Vargas, y leyendo sobre su carrera, no puedo dejar de recordar a James Rodríguez cuando, siendo un niño, ganaba el torneo de pony fútbol donde fue la figura a los doce años, allí, un periodista le preguntó cuál era su sueño, él dijo: ¡jugar en el Deportes Tolima! su historia la conocemos; Real Madrid, goleador del mundial de Brasil… El Dr. Luis Ernesto Vargas es uno de esos personajes que valdría la pena conocieran los niños Tolimenses, encarna esos sueños que hoy tienen miles en cualquier disciplina, pues a pesar de las dificultades que trae la vida misma, todo se puede lograr cuando el alma esta forjada en el crisol Tolimense. El Tolimensismo por el que tanto lucha otro hijo grande de la tierra, don Alberto Bejarano.

 

LUIS FERNANDO GARIBELLO PERALTA

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