Hay que cambiar el modelo

“Este modelo de desarrollo apenas genera lo suficiente para que quienes poseen los activos se sientan riquitos en el reino de la escasez”.

El Tolima es el departamento con el más bajo ingreso per cápita de los departamentos de la zona andina, contribuye apenas con el 2.2 por ciento al producto nacional y tiene municipios como Coyaima, cuyo nivel de pobreza es solo comparable con los más deprimidos del Chocó, o Ibagué, su capital, que siempre está disputándose el primer puesto en el desempleo.  

Y ahora, para colmo de males, nos quitan las regalías, y desde Planeación nacional nos aparejan con Caquetá y Putumayo para la formulación de proyectos de región.


Claro, esa insignificancia en el contexto nacional, y ese atraso, es solo culpa nuestra.


Nuestra clase empresarial se ha contentado con las rentas fáciles de una meseta y un valle interandino que producen arroz gracias a la bendición de un recurso hídrico proveniente de la cordillera, sin siquiera tener la visión para invertir en su sostenibilidad.


La actividad industrial se limita principalmente a la molinería, algunos alimentos y bebidas, y a un sector textil que hace un gran esfuerzo por sobrevivir.


Este modelo de desarrollo no genera el suficiente empleo formal ni el suficiente ingreso total para cambiar la realidad económica, apenas genera lo suficiente para que quienes poseen los activos se sientan riquitos en el reino de la escasez.


Nuestra clase política no ha sido menos pobre, al punto que nos tocó importar de fuera porque los nuestros cayeron de rodillas ante el dinero fácil de la ilegalidad y terminaron en la cárcel.


Para la muestra un par de botones; el coordinador de un partido amenaza públicamente al gobernador entrante con la oposición si no le da puestos, y un representante liberal, al que le acomodan la familia en la burocracia, se queja de que le dieron puestos de quinta y además no siente que sean cuota suya porque tenían los méritos para ocupar los cargos, mejor dicho, es la ineptitud del funcionario lo que lo acredita como cuota política.


O ¿cómo más entender, sino como una profunda crisis de liderazgo en el Tolima, que un buen gobernador como Óscar Barreto y un Senador preparado como Juan Mario Laserna, terminen apoyando para la gobernación a un candidato ignoranton y fuertemente cuestionado?.


Para el Tolima se abre una oportunidad si nuestra clase dirigente es capaz de aprovecharla: El TLC.


Solo un gran “shock” inversionista público y privado, y con vocación de exportación puede cambiar nuestra realidad económica.


Nuestros gobernantes no pueden limitarse solamente a ir con la totuma a mendigar al gobierno central. Hay que ir a formular proyectos de alto impacto con actitud de grandeza, y salir al exterior a traer inversión privada, aprovechando nuestras ventajas comparativas como la equidistancia a los dos océanos.


Los brasileños, por ejemplo, que no tienen TLC con Estados Unidos, están mirando a nuestro país, igual ocurre con los chinos y los hindúes, para no hablar de los mismos gringos. ¿Qué estrategia de promoción de nuestra región tienen los gremios y la clase política para atraer esas inversiones? Me atrevería a decir que ninguna.


Un proyecto que yo le propondría a nuestra clase dirigente es hacer una gran hidroeléctrica, o una serie de pequeñas, en el río Gualí, que por la manera como fluye, en un profundo cañón, facilitaría la obra civil y no tendría impacto ambiental.


Y de la mano con este desarrollo energético, traer a un jugador global, cuya ventaja competitiva se base en el costo de la energía, como es el caso de las fábricas de aluminio.


Hay que salir del estado de complacencia en el que vivimos. Lo empresarios tienen que aspirar a más y pensar en grande y a los electores nos corresponde hacer lo propio con los líderes que elegimos.  

Credito
FRANCISCO JOSÉ MEJÍA

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