El nudo se puede desatar

José Adrián Monroy

El 2 de octubre de 2016 quedará grabada en la historia de la política de Colombia y del mundo, no solo por el plebiscito en el que se le consultó a los colombianos si avalaban los acuerdos de paz suscritos por el Gobierno nacional y la guerrilla de las Farc, sino por su resultado, nadie en el país esperaba que por un estrecho margen el No se impusiera frente al Sí, situación que hoy, 20 días después, tiene en “stand by” el pacto firmado por el presidente Santos y el líder de la insurgencia, Timochenko.

Desde luego, los promotores del No cobraron una especial relevancia pues sus argumentos y estrategias calaron en la mayoría de los votantes, obligando al Gobierno nacional a escucharlos (Centro Democrático, expresidente Pastrana, Martha Lucía Ramírez, los pastores de la Iglesia Cristiana y Alejandro Ordóñez), poner atenta nota a los reparos y/o dudas que tienen frente a los acuerdos y de esta manera lograr un punto medio en donde se encuentren el Gobierno, las Farc y los líderes del No.

Ahora deben ser las Farc las que tendrán que revisar si acceden a las peticiones del No, cosa compleja teniendo en cuenta que ya la guerrilla habló de puntos inamovibles que no serán objeto de revisión; prácticamente, está en manos de la guerrilla desenmarañar este problema y aclarar el panorama pero, ¿qué otras salidas hay?

La Corte Constitucional en la sentencia C-379 de 2016, dio el aval para realizar el plebiscito, pero también se pronunció frente a qué pasaría si el No fuese la mayoría, aclarando que el Presidente de la República tiene otros mecanismos para mantener el orden público y buscar el supremo objetivo de La Paz; en este sentido, el presidente podría recurrir al congreso de la República para que mediante proyectos de acto legislativo o proyectos de ley pueda resolver algunos de los problemas propuestos en los acuerdos: por ejemplo, la ley de amnistía e indulto para guerrilleros rasos o la ley de la reforma agraria.

Además, aún se encuentra en estudio en la Corte Constitucional las demandas unificadas que se presentaron en contra del decreto que convocó al plebiscito; de triunfar las demandas interpuestas, se declararía la nulidad de la convocatoria de la elección del 2 de octubre, dándole oportunidad a que se vuelva a convocar y que exista un nuevo plebiscito. Por último, las leyes y decretos vigentes sobre orden público y búsqueda de La Paz, dan facultades al Presidente para que algunos puntos del acuerdo puedan ser resueltos de esta forma.

Bajo estas circunstancias, más allá de que alguna parte imponga las condiciones frente al fin del conflicto con las Farc, necesitamos de un verdadero proceso de reconciliación que permita una salida rápida y eficaz del estado de incertidumbre en el que nos encontramos. No perdamos más tiempo, ni perdamos más chances de disolver este gran problema, no permitamos que la paz se convierta en una rencilla política más, La Paz es de todos y no de unos pocos.

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