La mentira del mundo en blanco y negro

Hernando Salazar Palacios

Nada más mentiroso que pretender describir la realidad en blanco y negro.

En esa mentira caemos los periodistas y caen los tuiteros, los predicadores y los políticos de todas las pelambres, para no mencionar –y quizás ofender- a muchos otros.

Es mentiroso el blanco y negro, porque la realidad está llena de matices. Pero esos matices los borramos de un plumazo cuando pretendemos clasificar el mundo entre buenos y malos, héroes y villanos, débiles y titanes, modelos y antimodelos, vencedores y vencidos, víctimas y victimarios, lindos y feos, santos y diablos, etc.

En el afán de informar, de desinformar, de convencer, de alinear, de polarizar, de ganar apoyos y de todo lo que se imaginen, los amantes del blanco y negro omiten los grises, las aristas y los detalles que enriquecen el mundo y lo hacen mucho más real.

Sin embargo, la técnica del blanco y negro ha sido muy exitosa en todas las operaciones de propaganda a lo largo de la historia. Eso le permitió triunfar a Adolfo Hitler, cuando ganó el poder con los votos de los electores alemanes, defendiendo la supuesta pureza y superioridad de la raza aria y convirtiendo a los judíos en la causa de todos los males. Eso le permitió a Mao hacer la “revolución cultural” para “reeducar” a cientos de miles de “intelectuales” en los campos chinos. Eso le permitió a George W. Bush ser reelegido a la Presidencia de Estados Unidos –a pesar de las mentiras de la invasión a Irak-, basado en el miedo al terrorismo islámico.

Ahora que finalmente llegamos a un acuerdo de paz con las Farc -algo que muchos no creíamos que íbamos a ver- salen unos vanidosos amantes del blanco y negro, como el senador Uribe y Andrés Pastrana, a decir que no. ¡Por favor! Quieren pintar –a la fuerza- un cuadro como ellos y solo ellos lo ven y lo quieren hacer. De paso, quieren abortar la posibilidad de que los que ya tenemos más de 50 podamos vivir los últimos años de nuestras vidas en un país más civilizado y menos violento. Ojalá no sean muchos los incautos que los siguen como borregos.

Comentarios