Por quién votar

Benhur Sánchez Suárez

Muchos dicen que las próximas elecciones son definitivas. Olvidan que las elecciones lo son en cualquier tiempo, porque ponen en juego la vida por venir.

Quizás se refieran al estado de polarización en que se encuentra el país, a la primitiva confrontación que mueve a los candidatos a captar la voluntad de los votantes.

Debo recordar que en Colombia las campañas electorales siempre han estado fundamentadas en denigrar del contrario, deshonrar al otro, asesinar al oponente, es decir, siempre ha habido una polarización por los instintos, como si fuéramos un estado primitivo.

No ha habido en nuestra historia “democrática” el convencimiento por la razón, por la construcción de un proyecto, sino acaparamiento de voluntades por las emociones primarias, atrapados en la promesa siempre incumplida de una vida mejor.

O el seguimiento de un color por la obediencia y no por el discernimiento.

Muchos dicen, queriendo demostrar independencia, “yo voto por quien se me dé la gana”, pero en esa gana no existe voluntad, sólo la obediencia ciega al político promesero, al estafador de conciencias en que se convierte quien aspira a regir los destinos del país. Ya los conocemos.

Otros creen que la indiferencia por las elecciones es su mejor opinión. También olvidan que la abstención siempre ha ganado las elecciones, sólo que ha sido una historia sin fin de victorias inútiles en la que ha sucumbido nuestras esperanzas.

Algunos piden votar en blanco y no se detienen a analizar que somos una nación de ignorantes políticos, insolidarios, arribistas, ciudadanos pobres que no lograremos unirnos de esta forma para derrotar la empresa de los electores de siempre.

Pido votar a conciencia, que cada uno se detenga un poco a pensar en que su decisión afecta no solo su bienestar, sino el de todos.

Aro en el desierto. Estoy invocando solidaridad de conciencia en un país en que campea el egoísmo, sabiamente explotado por la clase dirigente empotrada desde los principios de nuestra nacionalidad hasta el presente, cuando nos ahogamos votando “por quien se nos dé la gana”.

No reclamo que voten por alguien determinado, sino que voten, porque estamos al borde del abismo.

También pido que no voten por quienes han estado en el poder y no han hecho nada por el país sino para sí mismos. Ruego que no voten por esos zánganos de fácil palabra que no hacen más que retardar el progreso de la sociedad.

Que no voten por los que tengan el más mínimo requerimiento de la justicia, la más pequeña duda de su comportamiento ciudadano, la menor vacilación en su moral pública.

Y, como en alguna campaña cultural que pide “lea lo que quiera, pero lea”, les digo “voten por el que les dé la gana, pero voten”.

Comentarios