Incertidumbre

Benhur Sánchez Suárez

No creo equivocarme al decir que atravesamos una época de incertidumbre que no había vivido el país en muchos años.

Por lo general, cada nuevo gobierno que recuerdo, durante los diecisiete presidentes bajo cuyo mandato se ha desarrollado mi vida, lo que ofrecían era un mejoramiento, así no fuera completamente cierto, y con él una esperanza, remota sí, pero esperanza al fin de cuentas.

Tal vez todo se debía a la magia política del engaño.

Pero había esperanza de algo futuro con mejores perspectivas para todos. Siempre en el horizonte un mejoramiento en las condiciones de vida del pueblo colombiano así no fuera sino un espejismo.

Aún sabiendo la voracidad de los verdaderos dueños del poder económico, social y político del país, que han sido los mismos a lo largo de nuestra historia, en lo más recóndito de nuestro ser siempre habitó la expectativa de un futuro mejor.

Hoy no hay esperanza, sino incertidumbre, aunque no suceda lo mismo para una minoría privilegiada.

Los hechos así lo confirman. Las conquistas de los trabajadores están amenazadas por el totalitarismo de derecha, por la arrogancia de una polarización buscada por grupos insensibles y azarosos.

Han renacido las masacres, los ajusticiamientos y el desplazamiento. Impera la intimidación y el egoísmo. Nadie abriga expectativas más allá de momento en el que está inmerso. Hay una lucha soterrada por la supervivencia en medio del rencor, del odio y la imposibilidad de la convivencia.

Siento que muchos quieren callar, apabullados por la intolerancia de los vencedores. Tal vez esa sea una estrategia de vida ante tanta estupidez humana.

Los funcionarios que se ha anunciado para enfrentar los años venideros son personajes cuestionados, empapelados por la justicia en varios casos, dudosos por sus actuaciones en los diversos cargos en los que se han desempeñado. Esos prontuarios acrecientan la incertidumbre porque, como decían nuestras abuelas, nada bueno se puede esperar de personas con conductas tan dudosas.

Al principio pensé que toda se debía a la polarización de los colombianos y que cada cual echaba mano de las herramientas necesarias para desacreditar al contrario en la peor contienda que he vivido, el festín de las mentiras y los señalamientos. Una vez aclarado el panorama, pensé que volveríamos al cauce normal y a la rutina cotidiana.

Pero no. Las actuaciones del nuevo gobierno, sin aún posesionarse, confirman la incertidumbre que nos cobija hoy. El gobierno en ejercicio ha retrocedido, literalmente engullido por el revanchismo.

En verdad, habrá futuro para unos pocos. Habrá estrechez para la mayoría.

Nuestro futuro está comprometido porque no habrá campo de acción en medio de tanta intolerancia, tanto individualismo, tanta estrechez mental de izquierda y de derecha.

A la buena de Dios navegamos en la incertidumbre a la espera de un milagro.

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