A mis amigos gays

A las parejas homosexuales legalizadas deben reconocérseles los mismos derechos civiles que a las heterosexuales. Cualquier segregación homofóbica debe ser erradicada de nuestra sociedad. Es cuestión de igualdad y de humanidad.

Sin embargo la exigencia de los amigos gays que se le llame “matrimonio” me parece intrascendente e inoficiosa. Pueden llamarse nupcias, bodas, uniones maritales legales, etc. Lo importante no es cómo se les llame sino la igualdad de sus derechos.  

Etimológicamente la palabra “matrimonio” viene de los términos latinos “mater”=madre, y “monere”=amonestar, significa pues “amonestar a la madre”. Y en efecto, en la antigüedad, la parte central de esa ceremonia consistía en hacerle una amonestación a la mujer para que fuera fiel, obediente a su marido y cumplidora de sus “deberes hogareños”, o sea buena hembra y ama de casa. Es pues un capricho molesto e inoficioso que los gays quieran que se les dé ese nombre a sus uniones. Algo parecido sucede con la discusión de si tales uniones constituyen una “familia” término que al menos etimológicamente implica una relación de servidumbre. El concepto de “familia” por demás se ha estado utilizando inadecuadamente en el caso de las parejas heterosexuales. En efecto, tales parejas no son familia y no se constituyen como tales, sino con la llegada de un hijo. La existencia de una familia requiere una relación parental.

Se podría afirmar que sólo en la relación heterosexual habría al menos la potencialidad de tener hijos a través de la generación. Sin embargo también con la adopción se podría establecer tal relación parental. Surge entonces la álgida cuestión de la conveniencia de legalizar adopciones por parte de parejas homosexuales. Dejemos esa discusión para otro escrito. 

Pero no se pueden esgrimir para tomar posición afirmaciones infundadas como considerar la homosexualidad como una desviación, enfermedad o anormalidad pues se trata sólo de una diversidad. Las parejas homosexuales no son naturalmente iguales a las heterosexuales, pero deben tener igualdad de derechos. Diferenciación no es sinónimo de discriminación. 

¿Se podrá “aprender” a ser homosexual? ¿Por qué existen hijos homosexuales en parejas heterosexuales? ¿Hace daño a un niño la adopción homosexual? 

Dejo esas discusiones en el tintero. 

Credito
REINALDO SUÁREZ DÍAZ

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