A los 90 años, Mutis es uno de los más auténticos tolimenses

Aunque no es hincha del Deportes Tolima, porque en 1953 se atrevió a escribir: “Denunció la vergüenza del deporte. Condenó la pantomima dopada de los estadios. Moriremos víctimas de las artimañas de los traficantes del estéril esfuerzo muscular”.

Aunque no es hincha del Deportes Tolima, porque en 1953 se atrevió a escribir: “Denunció la vergüenza del deporte. Condenó la pantomima dopada de los estadios. Moriremos víctimas de las artimañas de los traficantes del estéril esfuerzo muscular”. Aunque jamás se ha tomado un Tapa Roja, porque tiene en el Dry Martini su propio coctel y tampoco ha degustado un plato de lechona, porque sus gustos gastronómicos son europeos. Este hombre, que el próximo 25 de agosto llegará a los 90 años de haber nacido en Bogotá, es realmente un auténtico tolimense.

Desde sus primeros poemas hasta las siete novelas que constituyen “Las empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero” se respira un aire, una atmósfera, un vaho que se levanta de la fértil tierra que asciende desde la planicie hacia las escarpadas montañas de la Cordillera Central y se devuelve licuada por entre los senderos de las crecientes, cuando “comienza el golpeteo de la lluvia/ y corre el agua por las calles en silencio/ y un olor húmedo y cierto/ me regresa a las grandes noches del Tolima/ en donde un vasto desorden de aguas/ grita hasta el alba su vocerío vegetal”.

Pocos son los autores que se han compenetrado tanto con la esencia de la flora y el paisaje del Tolima y no solo han reproducido en sus poemas y narraciones, el aroma y el cromatismo del paisaje, sino que ha erigido en su casa de Ciudad de México un pequeño bosque, donde los guamos se entremezclan con los yarumos y conviven en medio de las matas de plátano que conservan la humedad andina. 

Nadie como Maqroll representa la errancia de un ser humano, atrapado por la nostalgia del mar, pero siempre deseoso de “encontrar la carretera que lleva hacia los páramos” para olvidar el tiempo miserable vivido en otros lugares. Ese Gaviero curtido por los rayos del sol tropical y el viento gélido de la cordillera, como alter ego del autor, también conserva intacto el recuerdo de las altas ramas de los cambulos, las bóvedas de los cafetales y los bálsamos gigantes.

Las mujeres que amaron a Maqroll están hechas del temple, el coraje y la pasión de la mujer del Tolima. Flor Estévez deambula solitaria clamándole al destino por las rutas de Maqroll; Dora Estela, desquiciada, lo busca en los socavones de olvidadas minas y la espigada Amparo María con su porte mediterráneo se consume víctima de la estulticia humana.

Álvaro Mutis se dejó atrapar por el Coello y el Cocora y desde entonces no hace más que brindar tributos literarios a la región. Por eso este domingo le estaremos diciendo: ¡Feliz cumpleaños, paisano!

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMÍN

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