Nadie se puede creer exento de pecado

Jairo Yate Ramírez

« °°° Los escribas y los fariseos le llevaron una mujer que habían sorprendido cometiendo adulterio, la colocaron en medio y le dijeron a Jesús: «Maestro, a esta mujer la sorprendimos en el momento mismo de cometer adulterio. Y en la Ley nos mandó Moisés que a esas personas hay que darles muerte apedreándolas. ¿Tú qué dices? °°° Juan 8, 1-11.

Es necesario ubicarse frente a una escena muy conocida en la enseñanza bíblica: “La mujer adúltera”. Caso que aprovecha Jesús para darnos una gran enseñanza. “El que esté sin pecado, que tire la primera piedra”. Frase que con el tiempo se convirtió en un aforismo popular. 

La no lectura del espíritu categórico como lo dijo el Señor, se presta para ser un arma de doble filo. La pretensión no es interrumpir el diálogo, no es impedir que los demás se expresen, no es cerrarle las puertas a la opinión; es una invitación abierta a tener a Cristo como punto de referencia para el juicio de nuestros propios actos.

Es: “el rechazo frontal de aquellos que se auto designan conciencias morales de la sociedad y establecen su propio sistema moral acusatorio para sentar en el banquillo a los demás, evitando mirar sus propios pecados”.

 El juicio imprecativo y ofensivo nunca ha servido como método de cambio y orden social. La corrección fraterna que nace del amor al hermano y la necesidad de desear lo mejor para los demás, es el camino que indica Dios en su Reino: El Hijo de Dios actúa conforme al pensamiento de su Padre celestial y no conforme a la forma común de pensar en hombres y mujeres.

El Nazareno no acepta la pena de muerte como remedio de conversión. Él se opone a la mentalidad humana. (cf. Deuteronomio 22, 23-24). Su principio es el amor y el perdón: El Maestro propone: “Tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no peques más”. (Juan 8, 11).

  El reto lo impone Jesús con sus preguntas, quiere que logremos el cambio de mentalidad, hacia un espíritu sano, noble y comprensivo de la situación que vive cada persona.

No es del orden de la caridad sacarle en cara a los demás sus debilidades, gozarse del dolor ajeno, compararse con los demás, tomar como punto de reflexión los errores de quienes nos rodean; eso, no construye ni edifica a nadie. 

El Papa Francisco nos propone pensar más en la situación de los demás y en nuestros propios pecados: Dice el Papa ¡Cuánto bien nos hace ser conscientes de que también nosotros somos pecadores!. 

Cuando hablamos de los otros, porque todos hacemos esto, cuánto bien nos hará tener la valentía de hacer caer por tierra las piedras que tenemos para arrojar contra los otros, y pensar un poco en nuestros pecados”. 

Cuida tu salud: Con nuestra hipocresía destruimos moralmente a los demás.

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