Las lluvias, la solidaridad y el civismo

La solución está en campañas de largo aliento dirigidas a hogares e instituciones educativas pregonando la necesidad de variar las conductas, pero acompañadas de labores coercitivas que hagan entrar en razón a los duros de mollera que solo entienden con sanciones y a palo.

El país entró de lleno en la temporada de lluvias; así lo reconoce el Ideam; aunque en ciertas regiones como el Tolima no hubo realmente una transición entre las lluvias de la anterior temporada y la presente.

Con el recrudecimiento de los aguaceros se hace evidente la vulnerabilidad de la infraestructura y la debilidad, contra los elementos, de la distribución espacial de la población en una geografía abrupta e inestable.


La parte más grave afecta a los más pobres de los pobres: los habitantes del Chocó. más de 10 mil hogares anegados y 50 mil personas afectadas que han perdido lo poco que tenían y sus medios de vida en Nóvita, Medio Atrato, Istmina y Condoto y ya se percibe, en el propio Quibdó, el crecimiento de las aguas del Atrato.


De la misma manera en el Huila, en el municipio de Santa María, el río se llevó no menos de seis puentes y numerosas viviendas y sembrados; igual a lo acontecido en Buga en el Valle. Además, un descomunal derrumbe tiene bloqueada la vía Bogotá- Medellín hace más de cinco días, con los naturales perjuicios para transportadores, productores y viajantes que apenas se estaban recuperando del paro cafetero.


Dada la penuria que afecta a los chocoanos y a los huilenses y ante la magnitud de lo ocurrido solo resta que los demás colombianos acudan a acopiar y enviar auxilios de urgencia a los compatriotas que pasan necesidad y no tienen adonde acudir distinto a la solidaridad ciudadana y el apoyo de los organismos de emergencia.


De otro lado, la cruda presencia de las lluvias obliga a enfatizar en los programas cívicos al interior de los centros poblados para que la población entienda que muchas de las emergencias que afectan a grandes sectores son el resultado de una falta total de disciplina en la disposición de escombros, desechos y basuras. En efecto, cuando crece el flujo de aguas lluvias los colectores obstruidos se colmatan, se rebosan y, en ocasiones, se revientan con terribles consecuencias para con los vecinos situados alrededor de redes y cañerías.


Por más que las autoridades locales cuenten con modernos equipos de limpieza en cantidad suficiente- que no es el caso de los municipios tolimenses ni de su capital- la incultura ciudadana ha hecho que los desechos abrumen la capacidad de respuesta de las empresas de aseo y prevención.


La solución está en campañas de largo aliento dirigidas a hogares e instituciones educativas pregonando la necesidad de variar las conductas, pero acompañadas de labores coercitivas que hagan entrar en razón a los duros de mollera que solo entienden con sanciones y a palo.

EL NUEVO DÍA

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