¡A votar!

Se puede votar por los que creen en la democracia o por los que añoran el autoritarismo y el caudillismo y así ad infinitum. Lo que no se puede argumentar es que no haya por quién votar y, si esto ocurre, siempre queda la opción de hacerlo en blanco. ¡Pero hay que votar!

Han llegado las elecciones para conformar el Legislativo. También para elegir los representantes de Colombia en el Parlamento Andino, así como para determinar quién ha de ser el candidato de la Alianza Verde a la Presidencia.

Más de 13.5 millones de colombianos tienen la capacidad de votar y ejercer uno de los más importantes derechos como ciudadano; lamentablemente menos del 60 por ciento acude a las urnas. Por cierto, muchos colombianos, aún los que tienen educación universitaria, ignoran cuáles son las funciones del Congreso, cuáles las diferencias entre Senado y Cámara y hasta dónde tienen responsabilidad estas entidades.

Al ciudadano hay que recordarle que el Senado lo componen 102 miembros elegidos: 100 de una circunscripción nacional y, los otros, de cupos especiales para etnias. Para el efecto están inscritos nada menos que 773 candidatos, unos repitentes y otros pretendientes, entre los que, por supuesto, hay de dónde escoger, pues no se trata de una moderna Gomorra que haya que destruir por la ausencia de un solo justo, ya que entre los aspirantes hay varias hojas de vida de lujo y de comprobada eficiencia y probidad en sus actuaciones.

Igual ocurre con la Cámara de Representantes, esa sí de circunscripción regional, para la que se inscribieron mil 528 aspirantes en todo el país a ocupar las 166 posiciones disponibles. En el Tolima se inscribieron 50 candidatos para los seis cupos disponibles. También, como ocurre con el Senado, se puede votar en blanco, si el elector no encuentra en quién depositar su confianza; opción muy práctica en cuanto hace al Parlamento Andino, organismo que está llamado a desaparecer a corto plazo.

En cuanto hace a los verdes se presentan tres opciones si el elector participa en esa consulta.

Como se decía, hay de dónde escoger. Puede votarse por familiares de quienes murieron asesinados defendiendo los principios y que han sido fieles a las enseñanzas de sus mayores, o por quienes han heredado los feudos de criminales perpetradores de masacres, saqueadores del erario y cómplices de los paramilitares.

Se puede elegir entre quienes han desarrollado una productiva gestión legislativa con importantes proyectos, unidos a una encomiable tarea de control político, u optar por los que nada musitan en las sesiones y cuyo único proyecto consistió en intentar liberar criminales de la tercera edad.

Puede votarse por quienes han hecho gala de coherencia política y rigor intelectual a lo largo de sus carreras o inclinarse por aquellos que de partida, de criterio o de posición al vaivén de prebendas, canonjías o despistes ideológicos.

Puede sufragarse por los que han expuesto su vida denunciando el accionar de los grupos armados ilegales o por los que están siendo procesados (35 de ellos) por su cercanía con los criminales o por los que los consideran sus mentores (claro, si hasta cuotas políticas les otorgan en ciertos gobiernos). Por los que creen en la democracia o por los que añoran el autoritarismo y el caudillismo y así ad infinitum.

Lo que no se puede argumentar es que no haya por quién votar y, si esto ocurre, siempre queda la opción de hacerlo en blanco. ¡Pero hay que votar!

REDACCIÓN EDITORIAL

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