Eso constituye el abnegado oficio de trabajar el vidrio, un elemento tan antiguo como la humanidad que surge del tratamiento de piedras calizas y arcillosas que a grandes temperaturas facilita y se presta para darle forma a los más variados sueños de los artesanos.
Fernando Pérez, fundador y director del Museo Comunitario del Vidrio, explica que su esfuerzo se centra en no permitir que desaparezca una de las tradiciones más enquistadas en el centro de Bogotá, oficio que lastimosamente “ha empezado a decrecer”.
El Museo cuenta con tres salas: la Sala Fuego, donde el visitante conoce las dos técnicas más importante para trabajar el vidrio; la Sala Vidrio, que representa la actualidad del oficio, y la Sala Memoria del Vidrio, que guarda piezas de exposición tan variadas como antiguas, algunas con siglos de historia.
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