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En una pequeña casa ubicada en el casco urbano de Murillo vive Alfonso Aldana, un hombre de 72 años, que por azares de la vida se convirtió en artesano. Sus creaciones de lana de oveja han viajado fuera del Tolima y varias ya han conquistado el gusto de extranjeros.
“Yo soy boyacense, nacido en el Líbano pero tengo mis papeles en Boyacá. Es decir, la fe de bautismo es de allá y decían los papás, uno no es de donde se cría sino de donde lo bautizan, entonces yo soy de Pesca, Boyacá”, contó don Alfonso.
Sentado frente un telar que él mismo creó, cuenta que su destino era la agricultura y los oficios propios del campo, sin embargo, con el paso del tiempo le surgió un problema en la columna que terminó apartándolo del trabajo que había hecho durante toda su vida.
Sin un camino claro que seguir, hace ochos años don Alfonso se encontró con una alternativa inimaginable hasta ese entonces. “La profesora Olga Lucía Toro vino a Murillo en el mandato de Beatriz Valencia, le presentó un proyecto y la alcaldesa lo aprobó. Luego, la misma profesora consiguió la gente, nadie la conocía”, contó.
En medio de esa búsqueda de estudiantes, la oportunidad de integrar una asociación de artesanos le llegó a don Alfonso a su puerta, “me dijo soy Olga Lucía y queremos que usted ingrese a la artesanía, le dije doctora es que yo no sé nada, únicamente he visto cómo le quitan la lana a la oveja, no más, me respondió: si se pone juicioso aprende”.
Sin nada qué perder, decidió ser parte del proceso de aprendizaje. Las primeras lecciones fueron que las ovejas conocidas como ‘paramunas’ se deben querer como a los hijos, “tratarla con maña, a quitarle la lana con maña, no aporrearla”, explicó el abuelo.
Sus primeras prácticas fueron en la oveja que tenía uno de sus nietos, sin embargo, la falta de experiencia para manejar estos animalitos al momento de la esquilada, hizo que la descaderara. Tras este impase decidió crear su propio método de corte, que incluye un cuidado especial para evitarle golpes o pellizcar su piel.
Lo curioso y admirable de esta historia, es que de las 30 personas, entre hombres y mujeres, que iniciaron la capacitación, el único que culminó el aprendizaje fue don Alfonso con el apoyo de la ‘profe’ Olga Lucía, quien aún lo sigue impulsando para que continúe trabajando en la elaboración de ruanas, bufandas, cuellos y gorros, en palabras de él “ella no me ha querido dejar que me abra para otro lado (risas)”.
En medio de la charla explica que su meta es instalar otro telar en su taller, que queda en la sala de la casa, pues hay un vecino que está entusiasmado en aprender a manejarlo, igualmente, comprar una oveja para tener de forma directa la materia prima. En el año las ovejas generan dos vellones de lana, cada uno puede pesar tres libras o más.
Después de la esquilada se genera un proceso de limpieza que incluye conocimientos que fueron aprendidos de sus ancestros, como esperar 15 días para lavar la lana, pues si se hace de inmediato la oveja puede dejar de producirla, dice él.
Una vez está lista se procede a escarmenar, para luego hilarla a través de un tortero y un uso, finalmente, se convierte en una madeja de lana quedando lista para pasar por el telar, que para don Alfonso es lo más complicado. “El telar es la prueba para saber si uno aprendió a hacer las cosas, mientras que lo otro yo lo vi muy fácil”, comentó.
Agregó, que extraña su anterior rutina en la que tenía mayor interacción con sus amigos y compañeros, pues en el trabajo artesanal comparte con más señoras a las que respeta y trata con mayor admiración, “a mí me daba soberbia cuando una señora regañaba a la otra, le decía no señora, todos estamos aprendiendo”.
En cuanto a su trabajo, de la mano de la ‘profe’ Olga Lucía participó en Expoartesanías en Bogotá, también, estuvo en Ibagué, al igual que en Caldas. “Las artesanías haciéndolas aquí es mejor sacarlas de Murillo y venderlas afuera, el turista y el extranjero le gusta mucho. (Pagan) los precios justos”.
Oportunidad económica y empoderamiento
Don Alfonso, es un ejemplo del potencial artesanal que hay en la llamada ‘Perla del norte’, desde la Administración municipal se han identificado 10 hombres y 30 mujeres que se dedican al arte de la creación. Según Mary Luz Sánchez León, asesora de proyectos de la Alcaldía de Murillo, son varios los habitantes que encontraron en la lana de oveja un medio de subsistencia.
En el caso de las mujeres, su talento también se ve reflejado en la transformación del cuero, la madera y la bisutería, trabajo que es visto como una forma de empoderamiento.
En esta población se cuentan ocho asociaciones dedicadas a las artesanías y a la cría de ovejas, una de ellas es Artemur, organización que ha participado en diferentes exposiciones del país y que se encuentra en proceso de reactivación artesanal. Recientemente el mandatario José Antonio García, aportó a ‘Fortuna’ una oveja paramuna para rifarla, con el objetivo de recolectar recursos que le permitiera a Artemur quedar al día con algunos impuestos pendientes.
Dicho apoyo hace parte de diferentes estrategias de la Administración municipal que tiene como fin fortalecer los procesos artesanales, asimismo, se busca desde diciembre “la reactivación del edificio del Sena, porque la idea es que ellas y ellos en este lugar se puedan capacitar. Allí contamos con algunos telares y máquinas que se van a utilizar en la transformación de madera y estamos haciendo un inventario para saber qué otros elementos se requieren”, explicó Sánchez.
Finalmente, recordó que el trabajo artesanal además de involucrar adultos mayores, hombres y mujeres, es un arte que se está heredando a niños y adolescentes.
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