La congregación de la Virgen de los Carmelos, como se conoce en la comunidad católica, se debe por su aparición el 16 de julio de 1251 en el monte del mismo nombre en Israel; allí se manifestó colocando sus hábitos y escapularios a los feligreses, con la promesa de salvar del purgatorio a todo aquel que con piedad lo portara.
Desde la madrugada de ayer, los transportadores y devotos rindieron un desfile por la avenida Quinta hasta la el templo de la calle 19; al llegar, se celebró la solemne misa, donde el párroco bendijo los escapularios, las imágenes y los velones.
Así mismo, adultos y niños solemnizaron sus corazones en una oración para agradecer y ofrendar sus propósitos, algunos por salud, vida o viajes. Los creyentes afirman que su patrona les ha cumplido sus súplicas y que por ese motivo se unen a esta conmemoración.
Pero la devoción que ha surcado todos los continentes hacia esta venerada imagen tiene su plegaria, la misma que por varios siglos ha sido orada por los católicos que se encomiendan a ella, y más un 16 de julio.
“Señor, dame una mano firme y un ojo avizor para no herir a nadie a mi paso. Tú me diste la vida, que ninguna imprudencia mía lesione tu honor”, es una de ellas.
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