En entrevista exclusiva para El Nuevo Día, una mujer, quien prefirió que su nombre fuera reservado por miedo a represalias, contó lo que tuvo que vivir al interior del grupo de oración al que perteneció por casi tres años.

Cabe recordar que el sacerdote hoy se encuentra privado de su libertad en la cárcel de Picaleña a la espera del proceso judicial que se adelanta en su contra por los delitos de acto sexual violento con persona puesta en incapacidad de resistir y acceso carnal con persona puesta en incapacidad de resistir, por hechos ocurridos entre 2007 y 2013.

Prácticas violentas al interior de la congregación

Según la testigo, que ingresó en el año 2011 al grupo de oración del religioso cuando tenía 17 años, Martínez era “un lobo disfrazado de oveja”, además tuvo que presenciar diferentes prácticas aberrantes al interior de la congregación.

“Apenas entras el primer día te empiezan a amenazar, te amenazan con que uno no se puede salir, conque si uno se sale es enemigo del padre, es enemigo de Dios, que uno hizo un pacto con Dios cuando entro y que cuando se sale le está dando la espalda a Dios y uno no puede jugar con él”, relató la mujer.  

Además, afirmó que había un grupo élite, quienes se reunían los miércoles y otro más selecto que se congregaba los viernes en la noche. Era allí en donde se realizaban prácticas abusivas por mandato del padre Fredy, quien, según la entrevistada, lo hacía por diversión.

“Él nos pegaba con ortiga, como castigo o como venganza, también con la excusa de la sanación, en Semana Santa nos latigaba para simular los latigazos que recibió Jesús, y los viernes antes del primer domingo del mes hacía una ‘vigilia’ en la que siempre había que hacerle a él bailes, o shows para que se divirtiera”.

Asimismo, dijo que en una ocasión durante una de estas reuniones, Martínez se molestó por algo e instó a algunos de los participantes a arrojar agua “picha” a otros miembros.  

Según la testigo esto sucedió en una casa del barrio Santa Helena, la cual contaba con una piscina que no estaba en funcionamiento y que contenía aguas residuales. 

“Después de eso los obligó a irse desde Santa Helena hasta las casas a pie a la madrugada, que nadie los podía recoger, ni llevar a la casa.”

Durante la entrevista, la mujer también relató que el padre Fredy utilizaba elementos para hacerles daños a los integrantes del grupo de oración y que, a través de “la imposición de manos” y “el descanso en el espíritu santo”, los hipnotizaba para que hicieran lo que él quisiera. “Él era como un niño con poder, y uno tenía que cumplirle todos los caprichos o se molestaba”

Entre los deseos más retorcidos del religioso, según la testigo, estaba cortar o jalar el cabello de las mujeres, golpearlos con palos y pasar electricidad por sus cuerpos.

“Con un tesser, esas linternas que pasan electricidad, con eso nos pegaba y nos obligaba a ponernos eso en el cuerpo, y decía que si uno quería ofrecer eso para la sanación de alguno de sus familiares tenía que aguantarse ese tesser ahí encima de la piel. A veces lo cogía a uno y le ponía eso porque sí, porque él quería o por simple castigo”, afirmó.

Continuando con su relató la mujer dijo que si las personas aguantaban estos choques eléctricos, el padre Fredy decía que eran brujas o brujos, porque nadie lo podía soportarlo por tiempo prolongado.

Entre tanto, comentó que ella desde el inicio se dio cuenta que algo pasaba al interior del grupo de oración, sin embargo, se tardó tanto tiempo en salir por el miedo y “el lavado de cerebro” que el sacerdote les hacía. 

Incluso dijo que cuando finalmente logró dejar esta organización, que también denominó como “secta”, la persiguieron, amedrentaron y maldijeron. Persecución que aún después de siete años continúa.

Conozca acá la segunda parte de esta entrevista: El supuesto cartel de las misas de sanación del padre Fredy: recogía millones de pesos