Colombia es el país de las controversias, esta vez, el debate surgió por el arribo de militares estadounidenses al país, y que tiene involucrados al Presidente y el Congreso de la República.
Han transcurrido alrededor de 73 días desde que inició toda la odisea que gira alrededor del Covid-19, el virus que paralizó al mundo y desbarató el “falso orden” que marcaba nuestras vidas. Ha sido complejo para todos, sobre todo para los gobiernos, pues si es difícil gobernar en condiciones normales, en épocas de crisis peor.
De nuevo surge un enfrentamiento entre las altas cortes, la razón, Andrés Felipe Arias (AFA). El ex ministro ha intentado por todos los medios tumbar la sentencia que profirió en su contra la Corte Suprema de Justicia, condenándolo a 17 años de prisión por el caso de Agro Ingreso Seguro.
¡La ciudad está destruida!, ¡Ibagué no progresa!, ¡A Hurtado le quedó grande Ibagué!, entre otras tantas cosas, es lo que he venido escuchando durante los últimos días en algunos medios de comunicación y en la opinión de ciertas cuentas en redes sociales, en donde abiertamente realizan oposición a la Administración del alcalde Andrés Hurtado.
El presidente de la República expidió el decreto legislativo 639 del 8 de mayo de 2020, con el que se pretende lanzar un salvavidas a las empresas y así prevenir un mayor descalabro económico por cuenta de la pandemia.
Es indiscutible que el sistema financiero impulsa el desarrollo económico de un país porque promueve la inversión de dinero hacia actividades productivas, como la construcción, la industria, tecnología y la expansión de los mercados; bajo estas circunstancias, se debe reconocer que el sistema financiero contribuye al progreso de la sociedad, pues también ayuda a suplir necesidades de vivienda, estudio, trabajo, entre otros.
El dilema que enfrentamos en el país se reduce a una pregunta que nos hacemos a diario: ¿Hasta cuando el aislamiento?; la respuesta, depende de dos aspectos indispensables que se deben tener en cuenta para que Colombia y el mundo vuelva a tener una relativa normalidad como la que se vivía antes del Covid-19, y son: la salud y la economía.
Es inevitable que día tras día la información que circula por redes sociales, prensa escrita, televisiva y demás, gire entorno a la pandemia que azota al mundo.
El confinamiento sacó a flote una faceta desconocida de nuestra sociedad y del mundo. En mi columna de un par de semanas atrás, señalaba como el encierro estaba produciendo serios efectos psicológicos en los españoles, basados en un estudio realizado por la Universidad Complutense de Madrid.
Es evidente, no estábamos preparados para lo que se venía. Nuestro sistema de salud, sin ser el mejor y no siendo el peor, mostró que tenemos unas enormes debilidades, por ejemplo: las Secretarías de Salud están mal dotadas y financiadas en muchos departamentos y municipios; incluso, las camas hospitalarias y de atención en cuidados intensivos son insuficientes.