Mario Laserna: un hombre libre

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
Mario Laserna fue un hombre libre. Fue un independiente. Y definitivamente hizo lo que le dio la gana en la vida. Pero, además, dejó un legado importante para este país, tanto en lo práctico como en lo simbólico.

En lo práctico, fue el fundador de la Universidad de los Andes, una universidad que irrumpió en un momento histórico en el que las universidades eran confesionales o brazos de partidos políticos con la propuesta de crear una élite tecnocrática. 

Laserna tenía en ese entonces 24 años, venía de una familia rica conservadora. Estudiaba en la Universidad de Columbia en Nueva York cuando en uno de esos noticieros que pasaron por cine vio imágenes del 9 de abril en Bogotá.

Entre las imágenes del caos de ese día, alcanzó a ver la casa que tenía su familia en la 19 con Séptima envuelta en llamas. Parece que esa imagen le impresionó tanto, que ahí mismo llamó a un puñado de amigos que estaban en otras universidades gringas y los emocionó con la idea de que tenían que hacer una universidad que ayudara a modernizar el país.

Laserna tenía como principio de vida que “con los mismos solo se hace lo mismo”, y por eso, para crear la universidad, se trajo a varios profesores extranjeros de la postguerra, que estaban en una crisis profunda y vieron en la invitación de Laserna la oportunidad de crear una nueva vida.

Así, a punta de la energía, los contactos y la creatividad de Laserna, crearon la universidad, que seis décadas después se ha convertido en la cantera de una élite, que puede ser controversial para muchos, pero que ha hecho un aporte modernizador importante para el país y particularmente para la educación superior.

Más allá de Los Andes, Laserna jugó un papel simbólico muy importante en la política, sobre todo en dos momentos clave de la historia contemporánea.

Cuando en 1955 Rojas Pinilla cerró El Tiempo y El Espectador, con el blindaje que tienen los “locos”, Laserna creó su propio periódico, que llamó El Mercurio, con la ayuda de Pedro Gómez Valderrama, y que funcionó durante un año con espíritu crítico contra la dictadura.

“Era un torero”, dice el exembajador Fernando Cepeda. “Esa audacia era lo característico de su vida. Era un hombre independiente, pensaba solo, hacía cosas impensables”.

Ser independiente en esa época era tan difícil como serlo ahora. Por eso Laserna era tan raro en esa época. Laserna no seguía reglas, ni pautas de nadie. 

Viajaba todo el tiempo, tenía como amigos personas excepcionales en todas partes, entre los que tendía puentes, y trataba de que hicieran algo por Colombia, como la famosa anécdota de que Einstein escribiera la carta avalando Los Andes, lo que movió muchos apoyos a favor de la universidad. Era un excéntrico, un iconoclasta y un gozón, tan a gusto en los arrozales del Tolima como en los palacios de Viena.

Laserna se convirtió en un icono para lo que florecía en el “nuevo país”. Por eso cuando los del M-19 le propusieron formar parte de su lista al Senado después de la Constituyente, aceptó y salió elegido senador en la lista cerrada que barrió en esas elecciones y sacó nueve congresistas.

“Dentro del espíritu de ampliar el espectro político, de crecer hacia sectores no tradicionales, invitamos a Mario Laserna”, contó a La Silla Antonio Navarro. “Llegó con todo el prestigio de haber fundado Los Andes”.

Como senador

En el Senado, Laserna se destacó por su obsesión con el medio ambiente. Dio discursos en defensa del Amazonía y reclamó al primer mundo su compromiso con ese hábitat.

Cuando la celebración de los 50 años de la Universidad de los Andes, Laserna echó un discurso en el que dijo que la universidad debía jugarse su futuro dedicada a las ciencias de la vida. De hecho, lo que es Invemar, el instituto que se dedica al estudio del mar en el Ministerio de Ambiente, tuvo sus orígenes en un instituto de ciencias del mar que creó Laserna en Los Andes y que luego pasó al Gobierno.

“Fue un gran visionario”, dice el ambientalista Manuel Rodríguez. “Tenía una verdadera conciencia sobre los bienes colectivos y que además, hizo lo que le dio la gana en la vida”.

Lo sobreviven sus hijos y nietos, entre ellos el senador Juan Mario Laserna.

Credito
LA SILLA VACÍA

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