Un rugido que aún resuena en el ciclismo colombiano

Crédito: Fotos: Natalia Gualanday / EL NUEVO DÍA-
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De la ‘Tierra de Grandes Hombres’ surgió el único tolimense que le ha dado a la región una Vuelta a Colombia, sucedió hace 55 años.
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Pedro José Sánchez Puentes siempre ha llevado el deporte en sus venas, desde muy joven se interesó en el fisiculturismo; cuenta que compraba las revistas Muscle Power y seguía los consejos que allí traían para entrenarse, por ello, siempre tuvo un físico que le serviría para su posterior carrera.

Nacido en Chaparral, el hijo de Pedro José y Ramona, llegó a Ibagué a la edad de 7 años y desde niño le tocó trabajar, pues sus padres tenían una panadería en el barrio Belén y él era el encargado de llevar los pedidos a las tiendas.

Por esas ocupaciones, tuvo que estudiar en la jornada nocturna, en el Colegio Tolimense forjó su educación, la misma institución que incluso, gracias a sus buenas calificaciones, lo llevaron a ganarse una beca, pero como debía trabajar, le tocó seguir de noche.

“Me encantaba ver esas revistas y seguir los ejercicios, con dos años ya tenía el cuerpo formado y a mi papá le gustaba que me ejercitara, cosa contraria sucedía con mi hermano que me decía que con los ejercicios no haría nada y por eso me regaló su bicicleta para que mejor corriera.

“Yo ni sabía correr, mi hermano Hernando era quien le gustaba, pero era un poco malo, así que un día me dijo, ‘camine que ya lo tengo inscrito’, era una carrera doble a Chicoral, salimos como 80”, narró Pedro J.

Siempre recuerda con orgullo el Alto de Gualanday, pues fue la primera que le dio un triunfo, ya que en esa carrera a Chicoral, cuando se devolvía por las curvas de este corregimiento de Coello, dejaba tirados a sus contrincantes, no había quien lo detuviera en ese ascenso.

“En mi primera competencia el entrenador me gritaba que subiera duro con todo lo que tuviera y yo arranqué, incluso le dije que si esperaba y me contesté que no. Llegué solo, como con 7 minutos de diferencia, me pareció fácil y seguí corriendo; la segunda carrera volví a ganarla”, reseña.

Con el dinero que ganaba, que eran unos 400 o 500 pesos, los juntaba, destinaba una parte para la casa y lo otro para comprarse una mejor bicicleta, la cual llegó y fue una marca Peugeot.

Eran momentos difíciles por la violencia que se vivía y también el ciclismo era tomado como un deporte para personas sin oficio.

“A mi papá no le gustaba el ciclismo, porque el decir de todos en Ibagué es que eso era de vagos, uno salía a entrenar y nos gritaban ‘vagos, sinvergüenzas, vayan a trabajar’, yo no les ponía cuidado, pero sí miraba caras y cuando triunfé, a esa persona la saque en cara y aunque le iba a decir otras cosas, mi esposa no me dejó y me sacó para otro lado”, cuenta entre risas.

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Pagaba para correr

Pedro J. trabajó por años en Telecom, inició como mensajero y repartía por todo Ibagué los telegramas, esas labores le gustaban y le servían para entrenarse. Laboraba de 7 de la mañana a una de la tarde, por lo que dedicaba el resto de día a sus entrenamientos.

Y aunque ya ganaba carreras nacionales, no recibía permisos para salir a competir, por lo que debía pagar los turnos en los que se ausentaba.

“Una vez llego el Gerente de ese tiempo, era un costeño, fue invitado a una carrera nacional, vino mucha gente y me gané la carrera, arranque en el Alto de Gualanday, tal y como me dijo Otálvaro y comencé a surgir”, rememora Sánchez Puentes.

El sobrenombre ‘El León del Tolima’ se lo debe a Carlos Arturo Rueda y llegó su primera clasificación a la Vuelta a Colombia, esto luego de ganar varios chequeos que lo llevaron a conformar el equipo que debía enfrentar a ‘Cochise’, Pachón, Luis H., entre otros grandes del ciclismo con los que forjó una buena amistad.        

En una ocasión desde Telecom tocaron su orgullo, pues el gerente regional le dijo, ‘usted corre y corre y nada que se gana la Vuelta, así que le respondió a su jefe que si veía que era fácil que corriera los chequeos.

“Las críticas dolían, pero yo me mantenía en forma y practicaba para cuando llegara el entrenador, las cosas me salían bien. Es que a veces me iba a Espinal, Guamo, incluso hasta Melgar en bicicleta. Ahora pienso cómo me iba solo a entrenar, sin miedo a los peligros de la carretera”, agrega.

El patrocinio con Telecom llegó luego de las entrevistas que Pedro J. ofrecía a los medios de comunicación, pues mentía al decir que agradecía a su empresa porque le daban permiso para entrenar.

“Seguro les dio pena desde Bogotá y desde allá vino el Gerente Nacional y me preguntó como hacía para entrenar, los permisos y sin querer hice quedar mal al Gerente de acá”, recuerda.

Así que llegó la Vuelta a Colombia de 1968, era su novena participación y luego de haber recibido esas palabras que calaron en su orgullo, de que no se ganaba la Vuelta a Colombia.

Campeón

La etapa reina, la del mítico ascenso a La Línea con llegada a Ibagué se corrió el 16 de mayo, sus entrenadores Otálvaro y Lozano la planearon hasta la madrugada, carrera que arrancó tras desbaratar en varias ocasiones el pelotón el ‘Ñato’ Suárez desde Calarcá. 

“El ‘Ñato’ me decía cuñado, se enamoró de una de mis siete hermanas, pero nunca le dijo nada, él arranco en La Línea, Álvaro me aconsejó que no me despegara, ni me afanara. Pegó unos cinco arrancones, duro, hasta pensé, ‘se me fue’. El último fue mas corto y Otálvaro me preguntó cómo me sentía y si podía atacar cuando se sentara ‘El Ñato’.

“Y así hice yo, cuando vi que se sentó, arranqué con toda, me emocioné, él era uno de mis ídolos y llegué solo a Ibagué, con siete minutos de diferencia y me puse la camiseta de líder”, rememora Pedro J.

Las tres etapas posteriores fueron un duro trabajo del equipo de Pedro J. para evitar que a ‘El León del Tolima’ le arrebataran la camiseta; hasta el gobernador de ese entonces, Ariel Armel se fue con él, detrás en una motocicleta, no lo abandonó hasta verlo entrar al estadio El Campín.

“Cuando entré al estadio casi me muero del susto, eso estaba muy lleno, había mucho tolimense, creo que todo Ibagué se fue para allá y gritaban mi nombre, una emoción muy grande que no sé explicar”, sostiene.

Cuando lo abordaron los periodistas, el campeón de 1968 lo único que dijo fue que quería quedar bien con todos los tolimenses y les dedicó el título.

 

Aunque corría por Telecom, siempre nombraba al Tolima, les decía, ustedes me patrocinan, pero yo voy a nombrar siempre a mi Departamento y le dedicaré todos los triunfos. PEDRO J. SÁNCHEZ.

 

Su gran conquista

 

Pero si hubo alguien que lo ha motivado durante toda su vida, ha sido su esposa Flor María Ramírez, la misma que lo vio consagrarse campeón de la Vuelta a Colombia 1968 y, hoy, 55 años después de la gran gesta del deporte tolimense, todavía posa con él y el trofeo.

María Flor estudiaba en el Colegio Cooperativo, cuenta Pedro J. que aunque ella tenía muchos admiradores y él era el de escasos recursos, ella lo eligió para ser el gran amor de su vida. “Empecé a arrimármele por los laditos y cuando vi que me saludaba pensé, la cosa va bien”.

Con María Flor tuvo sus cuatro hijos: Pedro, Flor María, Carlos Alberto y Nelson, todos profesionales y aunque los dos menores intentaron el ciclismo, se declinaron al final por los consejos de su madre y estudiaron.

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Dato

 

Pedro J. estuvo también en dos Juegos Olímpicos, los realizados en Tokio 1964 y México 1968.

 

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Credito
ANTONIO GUZMÁN OLIVEROS

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