Miguel Torres Cárdenas... “Ángela”... la lotera

Crédito: SUMINISTRADA - EL NUEVO DÍA
Desde que recuerda, siempre su inclinación fue hacia el mundo femenino. Lidiar con sus instintos sexuales en el seno de una familia tradicionalista, católica, con un padre machista, dominante y dentro de una sociedad puritana e hipócrita, fue muy traumático.
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Aunque fue difícil convencerla para que me concediera la entrevista debido a su evidente hermetismo y timidez, finalmente vino a mi casa y accedió a contarme su hermosa y atribulada historia de vida.  De inmediato me di cuenta de que no me había equivocado al convocarla para mis crónicas, pues rápidamente se convertiría en otro entrañable personaje que no escaparía a mi fascinación: se trata de un individuo en el que la humildad rebasa el tamaño de su figura. Ella por sí misma es una lección de vida para sus coterráneos: es el mensaje directo del derecho que todos tenemos a pertenecer a una comunidad desde la disparidad, es nada más y nada menos que la prueba viviente en este pueblo, de un acto de valor incalculable por defenderse ante una sociedad mojigata y despiadada en la que la “diferencia” es sinónimo de perversidad y amenaza.

Pero afortunadamente, “Ángela” (Miguel), pisó fuerte y hace aproximadamente cinco años, decidió ser lo que siempre anheló desde su infancia: una mujer. Hoy la vemos feliz y tranquila por las calles con sus vestidos pintorescos, sus faldas, sus singulares bolsos, sus medias de muñequitos y su infaltable talonario de lotería, ejerciendo este único oficio que la ha caracterizado desde hace treinta y cinco años.

 

Su rutina

Su nombre real es Miguel Torres Cárdenas, tiene 63 años, no toma, no fuma: “el alma de uno se enferma como consecuencia de estar por ahí en vicios”. Vive en la pobreza en una pequeña habitación de tres metros por tres, en un inquilinato del barrio las Ferias en la Calle 1ª con Cra. 14; en la misma pieza cocina. No tiene televisor, pues se le dañó hace tiempo y no ha tenido con qué mandarlo a arreglar; se acompaña de la Biblia y un radio donde escucha baladas de los años 70: le encanta oír a José José, Roberto Carlos, Mocedades, Camilo Sesto y su preferido: Nino Bravo. Cuando tenía bueno el televisor veía la novela “Elifh”; le encantaba porque encontraba un personaje de la novela (una mujer), la protagonista, muy identificada con lo que ella es realmente: (…) “Usted no ve esa novela?...  Esa mujer nunca pelea con nadie, es muy noble, se gana el cariño de toda la gente, es muy bondadosa con la humanidad”.

Es triste descubrir la precariedad de su vida, las dificultades que enfrenta día a día para poder sobrevivir, frente al hecho irónico de que una tía le heredó una casa en la avenida, pero fue despojada de ella por una enfermera, que finalmente alegó haber cuidado de su pariente. Cuando le pregunté por qué no había defendido su derecho, simplemente me contestó: “A uno le da pena hablar ante la humanidad, ya el juzgado la remató y la vendió”. En fin, su rutina diaria es madrugar – 5 a.m.-  hacer oficio: lavar, cocinar y arreglarse para salir a trabajar - en lo que pone mucho esmero-, es vegetariana, no toma gaseosas, hace ejercicio para rebajar los “gorditos”, usa cremas para su piel y cuida con esmero su cabello: su imagen es muy importante. Sale diariamente a las 9 a.m. a vender su lotería por el pueblo y a las 4 p.m. va a entregar cuentas – sus ganancias son apenas un porcentaje: devenga entre $10.000 o $15.000 diarios, y eso cuando la gente no le mete billetes falsos; con unas rifas le pagan $600 o $1.000 por fracción, dependiendo de la lotería. Con esto paga su arriendo, se alimenta, compra su ropa y trata de ayudar para el sostenimiento de su madre en el ancianato.

 A las 10 p.m. ya está acostada, no le gusta la vida nocturna del parque, ni las discotecas, ni los bares: (…) “Los varones son muy irrespetuosos, quieren manosearlo a uno, se equivocan al verlo a uno, vestido de mujer. Hay varones que no les gusta que uno se vista de muchacha y quieren formar pelea” (…) “La gente cree que uno se viste así, es para tener prácticas sexuales, uno debe ser como la virgen María, el hecho de ser mujer no quiere decir que uno sea una prostituta”. 

Asiste a una iglesia cristiana debido a que es supremamente espiritual; su deseo más grande es convertirse en predicadora: en su juventud perteneció a la Cruzada estudiantil, luego trató de integrarse a varios grupos cristianos, pero fue rechazada por su aspecto, pues desde adolescente usaba el pelo largo: “yo les decía a los pastores que me rechazaban: lo que pasa es que uno es como quiere ser, no como los demás quieren, yo creo que cuando la persona entra al cielo, Dios no le va a preguntar: “oiga usted era mujer o era varón?”, lo importante es  que el alma de uno haya sembrado el bien, haya luchado por la justicia”, después de muchos inconvenientes, logró finalmente incorporarse a la iglesia Mira.

 

Sus raíces

Ángela nació en el Líbano. Ama a su pueblo y nunca ha querido vivir en otro sitio: cuando era pequeña vivió con sus padres, siete hermanos y sus abuelos maternos  frente a “la bomba de arriba, en una casa de bahareque, que había en la Cuarta con 16”, estudió parte de su primaria en la escuela Juan XXIII, no le gustó el estudio y solamente hizo la primaria que terminó en la Costa al lado de su padre –que no fue muy responsable con el hogar- y vivió poco con la familia, le gustaba beber mucho y frecuentar las cantinas; finalmente los abandonó y decidió volver a la Costa (La Paz, Cesar), allí conformó otra familia,  estuvo vinculado al sector de la justicia, a pesar de no haber estudiado leyes, se movía muy bien en éste medio, fue secretario de una inspección de policía, personero y alcalde de un pueblito.

Ángela lo recuerda con tristeza: “Nunca se preocupó por ser mi amigo, no le gustaba como yo era”. Al cabo de los años, muere de un infarto. Sus hermanos tampoco la han aceptado y por eso vive sola. Volviendo a su niñez y adolescencia, sus abuelos maternos terminaron por hacerse cargo de ellos, afortunadamente su abuelo Salvador Cárdenas era un hombre acaudalado: tenía propiedades por el lado de la piscina Villa Arango, por Status Club, por la Gallera, por la Trina. Me contó que el abuelo donó el terreno para el batallón, hoy Universidad. Cuando mueren sus abuelos, la madre – que ahora tiene 97 años y está en un ancianato en Mariquita-  tuvo que liquidar su herencia y terminó vendiendo lotería, de ahí que Ángela aprendió muy bien el oficio: “Ella era más comprensiva conmigo y no me juzgaba tanto”.

 

La transformación

Desde que recuerda, siempre su inclinación fue hacia el mundo femenino. Lidiar con sus instintos sexuales en el seno de una familia tradicionalista, católica, con un padre machista, dominante y dentro de una sociedad puritana e hipócrita, fue muy traumático. Duró muchísimos años escondiéndose de la gente que la rodeaba, y conformándose tristemente en la soledad con la fantasía de ponerse algún fino atuendo, que lo hiciera sentirse mujer: “Cuando  llegué a los 13 años de edad, uno viendo la forma de ser de las muchachas, el alma de uno quiere ser igual a ellas (…) Empecé a comprar a escondidas, ropa de muchacha: yo quería usarla (15 años) (…) decidí ir dando los pasos para ser una muchacha (…) Mucha gente se molestaba porque yo tuviera esa clase de presentación. Durante todo el tiempo que yo me vestí como varón, yo sentía un odio muy profundo por las muchachas, porque yo no podía ser igual a ellas, yo duré así muchísimos años (…) un día me dije: “pero es que uno puede vestirse como una muchacha y a la hora de la verdad, a la gente si le gusta o no… me da igual”. En 1984 se independizó, pero su anhelado cambio, tardaría treinta años para verse materializado.  Los fantasmas de la moralidad aferrada a una formación inflexible, detuvieron este proceso.  Cuando ya definitivamente decidió convertirse en mujer, una amiga le aconsejó que mejor se marchara del pueblo, donde nadie la conociera y pudiera empezar su nueva vida: “y yo en mi corazón me dije: “pero esta señora es muy bruta, es que uno tiene que demostrar lo que es en todas partes!  ¿Por qué uno se va a esconder?”. Al principio la molestaron mucho en la calle, y aún lo hacen, pero ella paulatinamente y armándose de valor fue dominando el territorio y ahora dice que no le afectan las críticas ni los ataques: “Además, a mí me dijeron en el Palacio: “si a usted, alguien la molesta mucho, cójale el nombre y colóquele una demanda”.

Finalmente, me confesó que no sueña con tener una pareja, que quiere mantenerse pura para poder predicar la palabra de Dios: “Muchos varones molestan y friegan, pero nada en serio, yo no he tenido novio. (…) A mí me hace feliz ser uno parecido a una mujer y agradar a Dios”. Entonces sorpresivamente se levanta, agarra su grueso talonario de lotería, me da un apretón de manos y da por terminada la entrevista. Y yo me quedo taciturna, pensando en su diáfana esencia y agradeciendo al destino por darme oportunidad de conocerla.  ¡Hasta pronto mi valiente Ángela, buena suerte hoy en tus ventas!

 

Frase

"Las únicas personas extrañas son aquellas que no aman a nadie", Rita Mae Brown

 

Frase

"El bien es la finalidad que el alma de uno persigue. No hacerle mal a la humanidad; mejor si uno tiene la posibilidad de hacer el bien a la gente", Angela.

Credito
LUCÍA ESPERANZA SÁNCHEZ ARANGO

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