Aprender de la fauna

Cada una de las miles de especies vivas del planeta tienen un secreto para protegerse del clima… tenemos que aprender de ellos

Hace casi 20 años, el novelista estadounidense Kurt Vonnegut escribió: “¿No hay nada que eche de menos de aquel Estados Unidos de mi juventud, aparte de la propia juventud? Sí, hay algo que extraño tanto que apenas puedo soportarlo: el no tener la certeza de que muy pronto habremos hecho que este planeta húmedo y verdiazul resulte inhabitable para los seres humanos”.

Con su característica combinación de surrealismo, humor negro y cinismo, Vonnegut añade: “Si dentro de unos 100 años, por ejemplo, vinieran una criaturas en platillos voladores, unos ángeles o lo que fuere, y descubrieran que nos hemos extinguido al igual que los dinosaurios, ¿Qué mensaje podría dejarles la humanidad, tal vez grabado con grandes letras en una de las paredes del gran cañón?”.


La sugerencia para ese mensaje fue: “Probablemente pudimos habernos salvado, pero fuimos demasiado condenadamente perezosos como para esforzarnos lo suficiente...y demasiado condenadamente tacaños”.


El saber que ya se ha hecho un grave daño al medio ambiente global, así como al saludable equilibrio climático del cual depende nuestra civilización, puede causar una paralizadora falta de esperanzas.


El peligro es que esa desesperanza nos impida recobrar el control de nuestro destino a tiempo para evitar la inimaginable catástrofe que se extenderá por este planeta si no comenzamos a hacer cambios drásticos rápidamente.


Se trata, realmente, de una cuestión muy importante, puesto que hay otra suposición que tal vez constituya el principal obstáculo en el camino hacia un entendimiento claro de la crisis climática.


Aun hoy, muchas personas suponen “erróneamente” que la Tierra es tan grande que los humanos no podemos tener un impacto importante en su sistema ecológico.


Esto es falso, nuestra población ha crecido tanto y nuestra tecnología se ha hecho tan poderosa que actualmente podemos ejercer una influencia devastadora sobre el planeta.


La parte más vulnerable del sistema ecológico terrestre es la atmósfera, “Si tuvieras un globo cubierto con barniz, el espesor de ese barniz sería aproximadamente el mismo de la atmósfera terrestre en comparación con el tamaño de la Tierra”.


Una vez tengamos en claro la crisis climática que vivimos, esta misma se constituye en una oportunidad sin precedentes para ocuparnos, por fin de manera eficaz, de numerosas causas persistentes de padecimiento y miseria que ya han sido ignoradas durante demasiado tiempo.


Una ocasión para cambiar las perspectivas de las generaciones futuras y darles la oportunidad de vivir unas vidas más sanas y prósperas en su búsqueda de la felicidad.


En su libro Nuestra Elección Al Gore enfatiza: “Como todo el mundo, en ocasiones deseo poder retroceder en el tiempo y cambiar algunos de los errores que cometí en mi juventud.


“Pero nadie puede viajar hacia atrás en el tiempo para deshacer sus errores, no importa cuán visibles los hagan sus consecuencias con el paso del tiempo. Pero lo que todos podemos hacer, en virtud de nuestra imaginación moral, es atisbar con frecuencia el futuro concebido por nuestras elecciones conjuntas del presente, aún antes de que ese futuro nazca en las vidas de quienes vivirán las consecuencias de lo que ahora hacemos y no hacemos”.


Para leer más recomendamos
“Una verdad incómoda” y  “Nuestra elección” de Al Gore, Grupo editorial Gedisa. La estrategia de la rana
Es el cuento de aquella rana que fue arrojada a una olla con agua hirviendo y enseguida salto y corrió a esconderse muerta del susto y con ganas de sobrevivir, cualquiera de nosotros podría hacer lo mismo; pero ocurre todo lo contrario cuando la rana es arrojada a una olla con agua a temperaturas agradables y comenzamos a calentarla lentamente… la rana se va acostumbrando; y seguimos calentando y la rana se hace la boba… hasta cuando se achicharra.
Esto nos está ocurriendo con el planeta… se está calentando y nosotros nos hacemos los bobos.

Todos los síntomas climáticos que nos azotan y de los cuales culpamos a fenómenos como el Niño o la Niña, son síntomas irreversibles del calentamiento del planeta.

Heladas intensas en Europa, ya se han registrado 190 muertes y el número sigue aumentando.
Inundaciones que afectan la mayor parte de Colombia, con miles de damnificados y cultivos perdidos.
Racionamiento de agua urbana en varias ciudades.
Incendios que brotan en todas partes.
Sequías que revientan a los agricultores.
Descongelamientos en los nevados.
Desprendimiento de los glaciares.
Vientos que arrasan las casas.
Temperaturas insoportables.
Interrupción del bombeo de gas y petróleo.

Frente a todo ello identificamos denominadores comunes: la ciudadanía piensa que es un fenómeno que pasará pronto y que como el apagón de 1992 se acabará.

Los ministerios deciden medidas tipo mejoral, las autoridades ordenan ahorrar agua y energía, se destinan dineros para damnificados... nadie toma el desequilibrio ecológico en serio.

Pero así como nosotros tenemos puntos clave, como el cerebro y el corazón, el planeta tierra, Gaia… también, y en el trópico y en Colombia, estos están en los páramos y en las selvas húmedas; con medidas enérgicas de conservación podríamos ‘mamarle gallo’ a las contingencias de calentamiento y pensar en todos los niños futuros... porque habrán más!
Regionalmente, al gobernador le toca decidir si nos hacemos los bobos como la rana o conservamos los páramos y bosques del Tolima.

Credito
EL NUEVO DÍA

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