Tamales “Don Floro”con sazón y mucho amor

“Vivo agradecido con Dios y con el Espíritu Santo por su inmensa ayuda”

Hace 17 años Ana Belén Rivera y Floro Caicedo vivían en Bogotá; la suegra de Ana Belén se enfermó y debieron trasladarse a Ibagué para acompañarla, mientras tanto no se podían quedar sin trabajo.

Fue así como Ana Belén le propuso a su esposo: “Mijo hagamos tamales”, pese a que a don Floro le daba pena que lo vieran en la cocina. 

“¿Si hasta el Presidente trabaja nosotros por qué no?”. Lo conveció y empezaron a fabricar los tamales.

Al inicio fue difícil, ya que solo estaban los dos al frente del negocio. 

Don Floro durante la noche hacía los tamales y en el día Ana Belén se dedicaba a venderlos con un carrito de mercado.

Puerta a puerta por los barrios, la señora Ana Belén salía los fines de semana recorriendo calles y con su carrito metálico ofreciendo sus tamales. 

“La gente le decía antes de comprarlos: ‘no, eso son masas, no queremos eso’. Y ella como buenavendedora les decía: ‘pruébelos, si no le gustan y si les parecen mucha masa no me los pagan’, y así se fue creciendo la clientela”, indicó Floro Caicedo Empezaron a hacer 30 tamales los fines de semana, luego 60, hasta que la clientela aumentó y se trasladaron al barrio La Francia, donde actualmente tienen arrendada una casa, que al entrar, por sus plantas y vegetación,se siente un ambiente rural. 

En 1996 inició el negocio; pese a que la gente le decía a Caicedo que los viernes los ibaguereños no comían tamal, ellos insistieron y ahora por petición de su clientela vendende domingo a domingo. 

Negocio familiar 

Hace cinco años los hijos que se encontraban radicados en la capital del país, decidieron trasladarse al lado de sus padres y colaborarles. 

“Me dicen que ya me pensionaron, que es hora de descansar, que ellos se encargan del negocio familiar”, comenta Caicedo.

“Tenemos unos hijos muy especiales, fueron criados pobremente pero muy unidos, muy respetuosos. 

Aunque son profesionales, uno es sociólogo, el otro es contador público y el otro arquitecto, no se les cae nada y vienen y ayudan en el negocio; espero que mis hijos continúen con el legado, que empezamos hace 17 años”, sostiene Caicedo No es raro verlos ayudando en la producción, mientras uno pican, otros alistan los huevos, adoban la carne, hacen el guiso, amarran, armany hasta lavan la loza.

Pese a ser un negocio familiar tienen cuatro colaboradores, la ‘Paisa’, Katherine, Amparo y la señora Jackeline, además de César Caicedo, el nieto; y Sandra Milena Caicedo, la nuera.

Al entrar al establecimiento se puede ver la camaradería que se respira que existe entre ellos; entre risas y chistes van trabajando. 

“Todo es preciso, organizado, con medidas y tiempo exactos, además con orden y mucho amor, se hacen bien las cosas”, afirma Alexánder Caicedo, el gerente, mientras ayuda en la preparación del producto. 
“Hacemos esto, (cocinar) porque nos gusta mucho y para que quede rico, es necesario saber cocinar”, añade.
El secreto“La voz, el genio de mi papá y de nosotros, el ambiente de la casa tipo campestre, el sabor que se conserva desde hace 17 años, el orden y el amor, es el secreto que tenemos en esta fábrica”, expresa Alexánder.
Superando al maestro
Ana Belén recuerda que una sobrina de don Floro le dijo como hacer los tamales y ella le agregó su toque personal, con hierbas y guiso. 
Además, empezó a dosificar los ingredientes para que hoy sea un tamal que conserve el sabor tradicional. 
Su producto ha sido distribuido en Medellín, Sincelejo, Cali, Bogotá, Armenia, Saldaña, Espinal, e incluso en Japón y otros países. 

Credito
LORENA NÚÑEZ M.

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