Prediciendo el pasado

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Mirar hacia atrás y predecir lo que sucedió es muy fácil.

Sin embargo, y tan solo a manera de ilustración, sí debemos tocar varios temas que se había dicho hace un par de meses. Entre ellos, que la mayor exposición a inversionistas internacionales nos volvía más vulnerables, especialmente ante eventos que despertaran el temor en estos inversionistas que los pudiera llevar a salir corriendo de países como Colombia. Está sucediendo, y luego del triunfo de Trump, los grandes inversionistas institucionales que habían venido a los emergentes por las tasas atractivas de retorno se han ido volando.

Los más recientes informes de flujos muestran que se han ido más de 12 mil millones de dólares en menos de dos semanas, lo que es cerca del 3% de los activos que tienen los extranjeros manejados en activos de países emergentes. No es mucho, es cierto, y eso es lo más preocupante: todavía, potencialmente, podría irse el 97% restante (no va a suceder, pero para decirlo en forma dramática).

Hace unos meses, decíamos que en un panorama así, el dólar se iba a convertir cada vez en más inestable. Y es lo que ha sucedido: si salían flujos, el dólar se iba a apreciar contra monedas como las latinoamericanas, que es lo que ha ocurrido. El qué no era muy complicado de predecir, el cuándo es realmente lo que empieza a importar en estos momentos, pues como quedó demostrado, la reacción agresiva de los mercados financieros se da en menos de una semana. Tener una posición sobre el precio del dólar, tarde o temprano, será una profecía con un alto grado de probabilidad de cumplimiento: el que diga que va a subir le va a pegar, y el que diga que va a bajar, también.

Poner valores extremos al precio del dólar es ahora menos complejo, puesto que con los movimientos extranjeros cada vez es más factible llegar a ellos. Nos vamos a “casar” con algunas predicciones: es igual de factible un dólar a $3.600 como un dólar a $2.600. Obviamente, tomar una de las dos posiciones va a ser más taquillero: si digo que el dólar va a llegar a $3.600 y me sostengo en esa posición, cuando llegue allá, todos los reflectores estarán puestos sobre mí, pues es más fácil justificar el “se lo dije que iba a llegar allá”. Seguro que el dólar subirá a esos niveles cuando la volatilidad aumente, y si se dan los planes de Trump de disminuir impuestos para las empresas y para las repatriaciones de capital que tienen afuera, el dólar puede tener un impulso adicional.

Claro, mientras tanto el dólar podría volver a bajar, pero los analistas son expertos en mostrar lo que pasó, y si lo que ocurrió fue la posición con la que me jugué, mucho mejor. Tarde o temprano se va a dar la posición contraria (un dólar a $2.600), cuando veremos a los que tienen esa perspectiva decir “desde hace tiempo les dije que el dólar iba para allá” (así hayan transcurrido tres o cuatro años desde que lo dijeron).

Credito
EL NUEVO DÍA

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