Cada vez hay más personas que se inclinan por buscar las soluciones a sus problemas en los brebajes, cartas astrales, ‘lecturas de tabacos’, imágenes y amuletos.
Desde yerbas para atrapar el amor hasta la cura para el cáncer hacen parte de las estrategias que se venden en diferentes puntos que, tras vitrinas, engañan a más de uno.
Muchos de los clientes de ese tipo de negocios pagan caras ‘consultas’ para que les resuelvan sus más severas angustias de salud, amor y trabajo. Llegan por ‘baños milagrosos’ que atraigan al ser amado, aceites que los salven de las quiebras de sus empresas o figuras de papel que les curen esos males terminales que les han diagnosticado.
Ni hablar de otras ‘ayudas’ como las velas, las esencias y los collares de ‘medio pelo’ que, en el papel, suelen ser los más caros complementos de estas recetas para alcanzar la felicidad, la salud y el éxito laboral.
Detrás de cada una de estas ‘fórmulas’ se encuentran estafadores, falsos terapeutas y en general gente esotérica que quiere ganarse unos centavos de más.
Es una pena que tantas personas se dejen engañar por individuos que les prolongan sus angustias, sin contar que les meten la mano a sus bolsillos.
Yo sé que tenemos todo el derecho de buscar una mejor prosperidad a nuestro modo y que incluso podemos poner nuestra fe a toda prueba. Sin embargo, estos ‘elixires’ no son más que herramientas estériles.
Nadie puede lograr su felicidad a punta de amuletos. Los problemas no se conjuran entregándoles el poder de la solución a cosas inanimadas.
La superstición no es la solución. La felicidad, la salud o el trabajo no se consiguen con tales argucias.
Además, en términos de salud física y mental hay diversos especialistas y tratamientos, pasando por médicos y sicólogos, que son más efectivos.
Y más allá de esa competencia de saberes, para recuperar los amores perdidos o para aliviar nuestras más sentidas angustias siempre será fundamental afrontar la realidad tal y como ella es.
Tener problemas puede abrumarnos y es posible que lo último que queramos sea el enfrentarlos.
El camino más fácil es hacer como que los asuntos no nos incumben; sin embargo, evitarlos no nos ayudará a resolverlos.
Es preciso tener el coraje suficiente como para salir al ruedo y asumir el reto de superar la adversidad.
Cualquier dificultad que tengamos siempre será una oportunidad de mejorar y de aprender; sin contar que nos servirá para crecer y derribar esas barreras que hemos levantado.
Y claro que en todo este proceso de recuperación es preciso tener fe, entendida como la confianza que cada uno debe tenerse para creer que las cosas se solucionarán.
Recuerde cómo en pasados obstáculos usted siempre salió adelante, aprendió e incluso le fue tan bien que resultó más fortalecido de esas situaciones.
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