“Aquí la cultura la hacen las personas”, Juan Carlos Villarraga

ARCHIVO - EL NUEVO DÍA
Juan Carlos Villarraga, tenor lírico ibaguereño que abrió su canto al exterior, no se considera un 'cerebro fugado', tan solo un artista que lucha por conservarse como uno de los más dedicados tolimenses que hoy andan por el mundo en busca de éxito y reconocimiento.

Aunque su marcado registro de tenor lírico ha resonado con mayor fuerza y elegancia en Europa y Estados Unidos, Juan Carlos Villarraga Rengifo tiene aún su corazón aferrado a la Capital Musical, la misma que lo vio nacer hace 36 años.

Aquí transcurrieron sus primeros años y aquí empezó a formarse familiar y académicamente en el instrumento que no le ha fallado en sus más recientes años como artista y que lo ha llevado a lugares de lujo en la cultura musical.

Villarraga Rengifo nació en un hogar circundado por la música; de hecho, admite que la música le llegó cuando desde muy niño se deleitaba con el carácter melómano de su padre y su abuelo, quienes lo influenciaron. “Así empezó esta historia”, asegura.

De ahí, y por ello de siempre querer más, luego de su etapa básica en el colegio San Luis Gonzaga, el Bachillerato Musical y el Conservatorio del Tolima se afianzó en lo vocal con maestros de la talla de Ramón Calzadilla, Pedro Lavirgen y Monserrat Caballé.

Por eso, aunque antes la Ingeniería Industrial lo sedujo, haciéndolo cursar nueve semestres en Bogotá y estando a poco de obtener su diploma, se casó con la música, pues, según afirma, “hay que dedicarse a una sola cosa y bien hecha”.

Sin embargo, tiene que cumplirse aquel dicho de que 'nadie es profeta en su tierra': ha vivido en Europa y Estados Unidos, cosechando éxitos y encontrándose con muchos otros tolimenses que, como él, partieron en busca de mejor destino.

En puntos de vista

Tras ese contacto con el mundo, que inició en el Festival de Ópera de Bogotá en 2005, ha aprendido qué tan difícil es hacer y sostener la cultura, lo que le ha formado su criterio al respecto.

Con toda firmeza, Villarraga Rengifo dice que “Ibagué siempre ha tenido inclinaciones culturales en cuanto a la gente y no a las entidades. De hecho tenemos grandes estrellas y 'cerebros fugados', porque como forma cultural somos muy pobres en el país.

Sobre la designación de la Unesco a Bogotá en marzo como Ciudad de la Música, dice que es porque “en medio de su infraestructura y de su presupuesto, que es mayor, lo sabe aprovechar y genera espectáculos todo el año”.

Son muchos los talentos que prefieren salir del Departamento y del país, dice, y lo justifica en que “el Tolima tiene una grandísima representación en orquestas como la Filarmónica de Bogotá y la Sinfónica Nacional.

“Más del 60 por ciento es de músicos tolimenses y he encontrado músicos de los que nadie sabe que son de aquí (...). Para mí el nivel cultural no es pobre o rico, sino más bien la forma de promocionarla es muy lenta.

“Aquí la cultura la hacen las personas, no las instituciones”, apunta, y reconoce que “nos quedamos cortos si contara casos como el del barítono Sydney Jiménez y el director Germán Gutiérrez (…). Cuántos fagotistas, violinistas y pianistas he visto”.

E insiste: “Es que el mercado no está aquí: está afuera. Falta quién engrane las piezas, pues las herramientas y los artistas están. Hay que gestionar, salir a buscar, traer profesores, generar inquietud y crear espacios culturales”.

Ocho años de carrera tanto en Colombia como en el exterior acumula Juan Carlos Villarraga, quien ha adelantado estudios en la Escuela Superior de Canto de Madrid, como el único colombiano entre 86 personas.

Entre frases: “Si no tengo el presupuesto de la capital, lo poco que tengo hay que moverlo, para que la Capital Musical no se apague”, "Estuve en el Hip Hop Bogotá y en Rock al Parque y allá están diciendo a grito herido que son la Ciudad Musical de Colombia" y "No es que Bogotá sea la ciudad musical, pero es la que más promueve cultura en Colombia".

Preguntas y respuestas

¿Cómo se produjo su regreso al país?

Llegué en 2011 a participar en 'Rigoletto' en el Festival de Ópera de Bogotá, como el Duque de Mantua, por casualidades de la vida, porque un extranjero no pudo venir. De ahí empezaron a llamarme de Cali y de Medellín, por eso el viaje, que iba a ser de un mes, se alargó a ocho meses.

Y ¿cómo se llegó a la grabación del Himno de Ibagué?

Estuve en la posesión de los nuevos Gobernador y Alcalde (2012) y canté el Himno Nacional. La compositora de la música del himno de Ibagué, Edna Boada, me ofreció grabarlo en mi voz: ensayé y quedaron muy complacidos y me llamaron a grabarlo de forma oficial.Sé que había un arreglo para banda, que no era del agrado de muchos. Y con mi interpretación en voz de tenor siento que ha gustado.

¿Música clásica o colombiana?

Incursioné en la música andina porque en el lanzamiento del 27° Festival Nacional de la Música Colombiana (el 12 de octubre) canté pasillos y bambucos. Es un repertorio que estoy probando y que me encanta. Como la música es una sola y la técnica también, siempre es muy agradable.Creo que voy a empezar a abordar esos nuevos géneros, porque la música es tan exquisita que, cuando se hace con seriedad y con gusto, se puede abordar cualquier género.

¿Qué puertas le ha abierto ser tenor lírico?

Me ha dado la posibilidad de moverme en Italia y en Estados Unidos. Lo que aporta es entrar en otros repertorios y abrir mercados nuevos.

¿Qué destaca de la educación musical de aquí y a la del exterior?

No es comparable. La de aquí es imitativa, no de fondo. América Latina tiene una educación muy pobre. Europa es la cuna del arte y de la cultura, entonces es difícil comparar, porque se intenta imitar ciertos modelos, pero no hay disciplina.Tenemos absolutamente todo para hacerlo, pero a veces falta la mentalidad de un ganador y de construir. En una sociedad individualista como la latinoamericana es complicado.

¿Hay alguna esperanza de cambiar a Ibagué?

Ibagué tiene en absoluto todo el material humano posible para hacer las cosas: el problema es fusionarlo con una persona que conozca del medio, que no la maneje alguien que dice saber sino que pueda meter la mano y pueda discutir por el sector en los cargos que tiene.

¿Se considera un 'cerebro' fugado'?

No. Sencillamente me considero alguien que lucha y que quiere ser artista como todos.

Cabe recordar que la diferencia entre un tenor tradicional (ligero) y un tenor lírico radica en la madurez y el calibre de la voz, y el repertorio. Quien porta esa voz puede cantar un repertorio de 45 minutos o más.

Credito
HERNÁN CAMILO YEPES VÁSQUEZ-REDACCIÓN CULTURAL EL NUEVO DÍA

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