Un análisis sobre el tiempo durante el cual los dispositivos y el software modernos son útiles revela que esta percepción puede estar más relacionada con la cultura de los consumidores que con la realidad técnica.

Computadores: limitados por sus partes

Los computadores personales vienen en tantos modelos y variantes que es difícil calcular su periodo de vida útil. Por fortuna, aunque la calidad es un factor determinante, los problemas con partes que se dañan rápido son poco frecuentes, y en la mayoría de los casos cubiertos por garantía.

Descartar ese factor hace posible estimar el tiempo de vida de un ordenador combinando dos medidas: su potencia y lo que se quiere hacer con el equipo.

Por ejemplo: un usuario exigente, que necesite utilizar aplicaciones de edición de video, suites de diseño en 3D, o ejecutar sin problemas los últimos videojuegos del mercado, tendrá que comprar una máquina costosa, equipada con una tarjeta de video y un procesador de gama alta, y memoria RAM de alta velocidad. Y no sólo eso: este usuario tendrá que comprar nuevas partes para su máquina, o reemplazarla por una nueva, con una frecuencia de entre uno y dos años.

Un usuario regular, que sólo hace trabajo de oficina, navega por Internet y reproduce videos en alta definición, también puede adquirir una máquina de alto desempeño. Pero en este caso, un equipo con esas características podrá serle útil durante cinco años o más.

Si alguien que sólo quiere trabajar y navegar por Internet adquiere un equipo modesto, con poca memoria RAM, un procesador de gama baja y sin tarjeta gráfica, el equipo puede serle útil durante dos años, después de lo cual empezará a retar su paciencia y a entorpecer su flujo de trabajo.

Al igual que con los teléfonos celulares, hay una variante adicional: las características que tienen los equipos recién salidos al mercado pueden resultar atractivas, incluso para aquellos que tienen computadores rápidos y poderosos.

Un buen ejemplo de esta situación podría convertirse en un caso frecuente durante 2013, cuando se popularicen los Ultrabooks; computadores portátiles extra livianos y con baterías que duran hasta 11 horas. Por más de que tenga una máquina en perfecto estado, un estudiante, un ejecutivo o un viajero frecuente podrían verse tentados a cambiar su máquina por uno de estos ordenadores.

La aparición de portátiles que tienen conexión a Internet 3G y 4G podría causar un fenómeno similar en años venideros.

Teléfonos: más de 3 diciembres

¿Cuánto tiempo pasa antes de que un Smartphone sea ‘anticuado’?
Una medida se obtiene al estudiar el lapso en que las empresas ofrecen actualizaciones para sus productos. Apple, por ejemplo, ha sido criticada por lanzar actualizaciones para sus modelos más recientes, y olvidar rápidamente sus dispositivos más antiguos. Pero una mirada rápida a su producto más popular resulta reveladora.

El iPhone original fue lanzado en junio de 2007. Apple ofreció actualizaciones para él hasta febrero de 2010, un lapso de casi tres años. El siguiente modelo fue lanzado en junio de 2008 y actualizado hasta noviembre de 2010, dos años de soporte. El iPhone 3GS salió al mercado en junio de 2009 y la última actualización de iOS lanzada en febrero 2013 cubrió al dispositivo. De nuevo casi tres años de soporte.

Y por supuesto: después de su última actualización, los teléfonos inteligentes de esta y muchas otras empresas pueden tener una vida útil de uno o dos años más. Son dispositivos poderosos, equipados con Internet móvil, GPS y pantallas táctiles, y aunque su batería no llegue a durar tanto como antes, sigue siendo posible usarlos.

Así pues, tanto sus fabricantes como su tecnología sugieren que los Smartphones tienen vida útil más cercana a cuatro años que a uno.

 La otra medida, sin embargo, la dan los usuarios mismos. En países como Estados Unidos, los teléfonos inteligentes se venden con cláusulas de uso de dos años. En Colombia, el tiempo mínimo para comprar un equipo por reposición a un precio subsidiado es de un año.

Las estadísticas sobre compra de teléfonos y tabletas abundan, pero hay pocos datos sobre cuán frecuentemente los usuarios los cambian por lo más reciente. Pero casi con seguridad quienes cambian su teléfono en menos de dos años por considerarlo ‘demasiado viejo’ están tentados por las características de los dispositivos de última generación, o guiados por tendencias del mercado, más que convencidos realmente de tener un dispositivo obsoleto.

Sistemas operativos: veteranos de una década

El ciclo de vida de los sistemas operativos, una parte fundamental de cualquier computador, es menos predecible que el de los dispositivos físicos. Piense, por ejemplo, en cuántos computadores a los que usted tiene acceso funcionan todavía con Windows XP.

Según firmas de análisis como NetMarketShare, Windows XP es usado en 39 por ciento de los computadores del mundo.

Quizá le impresione saber que el sistema operativo fue lanzado al mercado en 2001. Esto quiere decir que existen personas y empresas que no han invertido un sólo peso en una versión nueva de su sistema operativo durante 12 años.

Windows 8, la versión más reciente del sistema operativo de Microsoft, ha recibido críticas positivas, pero también ha sido rechazado por miles de usuarios y empresas. De hecho, muchos de quienes han comprado el sistema han optado por efectuar un ‘downgrade’, o sea una actualización en forma inversa, para poder utilizar Windows 7, aún más evidencia de cuán prolongado puede ser el tiempo de vida útil de los sistemas operativos. Y de qué tan marcada es la tendencia de los usuarios de Microsoft a ‘saltarse’ una versión de Windows.

Empresas como Apple y organizaciones como Canonical lanzan nuevas versiones de sus sistemas operativos con mayor frecuencia que el gigante informático. Apple compensa reduciendo el precio de venta de estas versiones a 30 dólares, y Canonical lanza una versión semestral de Ubuntu de forma totalmente gratuita, aunque la empresa anunció que podría cambiar el modelo a un lanzamiento anual.

Por supuesto: estas tres empresas actualizan sus sistemas operativos de forma constante, corrigiendo errores de seguridad y haciendo otro tipo de mejoras una vez a la semana, o con mayor frecuencia en casos de emergencia.