Espacio para el optimismo

Considero como parte de nuestra obligación como columnistas, cederle de vez en cuando nuestro espacio al optimismo, cuando las noticias de todos los días menoscaban nuestra armonía y alegría habituales en este país y en una región que tiene tanto de qué sentirse confiada y orgullosa de su futuro.

Estudios recientes dan fe de que son más las noticias malas que salen al exterior que las positivas, y esto creo que puede ser aplicable a otros países especialmente de América Latina acostumbrados como estamos, a ver siempre la parte oscura de nuestro subdesarrollo.

Si a lo anterior le agregamos las continuas tragedias producto de los cambios bruscos del clima en todo el mundo, fácilmente pasamos de los incendios incontrolables en un país a las inundaciones desbordadas en otro; y si a este panorama se le suman las cifras del desempleo y las quiebras económicas de muchos países que antes nos parecían modelos a imitar de administración pública, el espectro general de la vida presente nos puede aparecer a veces con demasiados nubarrones.

Sin embargo, cuando nuestra mirada cambia de horizonte, y así lo hemos hecho como ejercicio con algunos contertulios, las cosas cambian de parecer y el color grisáceo que tenían al comienzo se torna diáfano y con suficiente colorido como para sentirnos partícipes de un mundo con suficientes bondades para todos.


Cuando repasamos con algún cuidado los inventos de todos los días, recibimos la impresión de que actualmente hay cura y remedio para todo, para realizar curaciones y trasplantes exitosos de casi todos los órganos del cuerpo humano, para recomponer lo defectuoso y para devolverle la belleza a lo maltratado con lo cual ningún ser humano puede sentirse excluido del disfrute total de la naturaleza y la sociedad.


En la defensa y protección del medio ambiente cada día salen al mercado nuevos productos con mejores especificaciones compatibles con la biodiversidad y máquinas con mayor ventaja mecánica, más protección para el operario y menor contaminación.

Esta responsabilidad social y global de las empresas en unión con la academia, que mejora significativamente el entorno, conviene resaltarla y tenerla presente cuando la pendiente del pesimismo comienza a tomar impulso y amenaza contagiarnos.

Pensadores de todas las latitudes y en distintas épocas han llamado la atención sobre la importancia de estimular el optimismo al interior de las comunidades, como la mejor alternativa para recomponer el mundo de la mano de cada generación.


La psicología de nuestra sociedad tiene pocas expectativas futuras, lo confirman los manifestantes actuales de los cinco continentes, y los últimos estudios que dicen que de cada tres personas, dos son pesimistas.

Credito
ALFONSO MARÍN

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