Cien años de la U. Libre

Alfonso Gómez Méndez

Por estos meses, muy seguramente asistiremos a varios eventos académicos para conmemorar los cien años de fundación de la Universidad Libre de Colombia.
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El contexto histórico y político dentro del cual se produjo ese hecho de trascendencia en la academia y en la política nos permite hacer inevitables comparaciones con lo que en los últimos años ha sido el ‘decrecimiento’ de la política y particularmente del otrora gran Partido Liberal.

Hace 137 años –cumplidos el pasado 15 de febrero con actos presididos por el rector Hernando Parra– se fundó el Externado de Colombia como refugio intelectual frente a la regeneración conservadora de Núñez con su ley de los caballos, censura de prensa, destierros y confiscaciones. Con las uñas, jóvenes supérstites del liberalismo radical, fundaron ese centro de estudios superiores, abierto al libre examen de las ideas y en defensa de la libertad.

El liberalismo, derrotado y perseguido, excluido del gobierno, víctima de fraude electoral, comenzó su despertar ideológico y político en los años 20 del siglo pasado. Precisamente en la convención de Ibagué de 1922, bajo la tutela del General Benjamín Herrera, comenzaron a sentarse las bases de lo que sería la ‘Revolución en Marcha’ de López Pumarejo. Y , entre otras determinaciones, se decidió crear la Universidad Libre, como otro centro académico para difundir el ideario liberal. Eran otras épocas en las que los partidos se ocupaban de cosas distintas a la mecánica electoral y al clientelismo con puestos y contratos.

La Libre abrió sus puertas a los estudiantes en 1923, con los mismos ideales del Externado. Estas dos universidades hermanas surgieron en contravía de las ideas retardatarias de la ‘regeneración’ y ambas se convirtieron en semilleros de luchadores –desarmados– por la libertad y la justicia social. En algún momento, Diego Mendoza Pérez, quien con el joven Nicolás Pinzón habían fundado el Externado, planteó la conveniencia de fusionar los dos centros de estudios.

Muy pronto la Libre comenzó a tener peso propio no solo en la academia sino  en la política y en cierta forma se convirtió en la meca de las ideas de izquierda democrática en la nación. Bastaría con señalar que tuvo como uno de sus rectores al gran caudillo Jorge Eliécer Gaitán, quien aparte de interpretar con su encendido verbo los anhelos populares, fue un gran profesor de derecho penal y criminología.

También fueron rectores: Gerardo Molina, ideólogo de la izquierda liberal con gran producción de literatura política, en especial ‘Las Ideas Liberales en Colombia’, inigualado texto sobre la realidad del partido liberal antes de que, cual “piel de zapa”, se fuera encogiendo; Germán Zea Hernández, político e intelectual liberal, personal y políticamente honesto –jamás aplicó el ‘voltearepismo’ hoy de moda– y presidente de la corporación comenzando la década del sesenta.

También fueron profesores o directivos de la Libre: el expresidente Darío Echandía, Adolfo Mina Balanta, Álvaro Pérez Vives, Diego Luis Córdoba, Alfonso López Michelsen, en su cátedra siempre contestaria de derecho constitucional, entre muchos otros intelectuales y destacados políticos.

Y claro, profesores marxistas por convicción como el gran tratadista de derecho penal y magistrado de la Corte Suprema, Luis Carlos Pérez, tiempo después rector de la Nacional; o Diego Montaña Cuellar, último presidente de la UP –salvado de asesinato–, sociólogo y brillante expositor cuyo trabajo sobre Colombia País Formal y País Real sigue siendo de actualidad. Y el vibrante orador y jurista Eduardo Umaña Luna, parlamentario del MRL.

Felipe Zuleta, lúcido provocador. A sus 63 años recién cumplidos, el periodista Felipe Zuleta nos vuelve a deleitar con su punzante pluma en el libro "Si saben cómo soy … ¿para qué me invitan?". Bajo la misma línea del anterior -un éxito literario- desbarata mitos, tumba estatuas y desnuda una sociedad pacata. Los invito a leerlo. Cordial saludo,

 

ALFONSO GÓMEZ MÉNDEZ

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