El 12 de octubre

Augusto Trujillo

La “leyenda negra” fue una invención de ingleses, franceses, holandeses, a la cual se fueron uniendo otros pueblos de Europa contra el poderoso imperio español de los siglos xvi y xvii. En los dominios de Carlos v no se ponía el sol, la Escuela de Salamanca brillaba con luz propia por su sabiduría y que España vivía el siglo de oro de su inteligencia.  
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Los países emergentes no soportaron el esplendor económico, cultural y militar español. Felipe ii era rey de España, de Portugal, de las Indias y de Filipinas. También de los Países Bajos, de Inglaterra e Irlanda, de Nápoles y Sicilia, duque de Borgoña y de Milán. Casó 4 veces y enviudó todas. Logró un poder que, tal vez, no tuvo ningún otro monarca en Europa. Pero la herencia española se volvió polémica porque los hispanoamericanos compraron la leyenda negra, como si fueran incapaces de asumir el protagonismo de su propio destino.

La leyenda negra cumplió, con creces, su papel y enlodó la historia española, incluyendo la futura, según juicio perspicaz del filósofo Julián Marías. Y los Iberoamericanos se allanaron a crecer con el centro de gravedad situado afuera. Es dramático: El presidente de México insiste en que Felipe vi pida perdón, pero se acomoda a los intereses de Trump, mientras le mandan la bofetada del muro fronterizo.

Ciertamente la violencia acompañó todo el proceso de expansión europea, durante más de 500 años. Pero si los españoles cumplieron sus propósitos a través de métodos expeditivos, los ingleses decidieron exterminar literalmente a los indígenas norteamericanos: Había que repoblar sus tierras con ingleses auténticos. Eso es, literalmente, un genocidio. Pero los ingleses lo vendieron como una especie de “historia blanca”, modernizadora y civilizatoria. La crueldad de los países emergentes del siglo xvii, siguió siendo ejercida por sus élites, prácticamente hasta hoy. Basta mirar los desarrollos de las dos últimas guerras europeas y de las que los gringos sembraron en varios continentes en el siglo anterior y en el presente. “El sueño del celta”, la novela de Mario Vargas Llosa denuncia los abusos del gobierno belga en el Congo y de la compañía inglesa Rubber en el Perú contra los respectivos nacionales, a comienzos del siglo xx. Las características de uno y otro suceso fueron la esclavitud, la tortura, la explotación inmisericorde y la muerte.

En el siglo xxi toda esa carga de violencia física se metamorfoseó en violencia moral y en una exclusión que siguen practicando las potencias de hoy en el ámbito internacional y ejercen las elites más autoritarias en los ámbitos internos. Enfrentar esas posturas tiene sentido, pero proclamar un día de resistencia contra abusos de conquistadores, cinco siglos después, resulta sencillamente un disparate.

Manuel Zapata Olivella se quejaba de las reacciones pesarosas o amenazantes de los pueblos supérstites. Este es otro tiempo y otro mundo que impone una visión diferente, decía el ilustre galeno afrocolombiano. Los afroamericanos no deben reaccionar con pesar ni con violencia sino con orgullo, agregaba, para recordarle al mundo que en África nació el género humano. Cierto o no, allí hubo grandes imperios cuando en Europa no se conocía aún la escritura. Esa es una lección para los pueblos originarios de América.

AUGUSTO TRUJILLO MUÑOZ

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