Apostémosle a lo público

Camilo Ernesto Ossa Bocanegra

Uno de los debates de la semana pasada estuvo marcado por el “rumor” de la privatización del Instituto de Financiamiento, Promoción y Desarrollo de Ibagué –INFIBAGUÉ- y de la prestación del servicio de alumbrado público por parte de un particular. Ambos aspectos, en mi modo de ver, desafortunados, pues es una obligación otorgarle importancia a lo público desde la eficiencia en la gestión de estas entidades.
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Este tipo de empresas, descentralizadas del orden municipal, se crean, no solo para la prestación de un servicio, sino para que puedan participar en un mercado determinado y, en consecuencia, generar utilidades e inversión en el sector al cual están destinadas. Aquí quiero detenerme por ser un valor fundamental de este tipo de empresas, pues estamos acostumbrados a que sean consideradas como fortines políticos para entregar cargos burocráticos sin retribución alguna al municipio y sus habitantes.   

Hay que darle valor a lo público, por esa razón, la defensa de las empresas públicas de la ciudad, para que continúen siendo públicas, es una necesidad imperiosa, pero ojo, la defensa no solo radica en exigir que sigan siendo públicas, también hay que exigir que lo público se vuelva eficiente en la gestión de sus intereses y compita con los privados, cualquiera sea el mercado al que pertenezcan, de acuerdo a su naturaleza y su objeto, con miras a ofrecer bienes y servicios a los consumidores finales. Eso sí es apostarle al bien común, al interés general y al desarrollo de la ciudad. 

Lograr esto requiere, necesariamente, un despojo de los intereses políticos a cambio de los públicos –de todos-, en busca de la estabilidad económica, la eliminación o morigeración de las desigualdades sociales frente a la distribución de la riqueza, la eficiencia de los recursos y el crecimiento de la economía local, pero sobretodo, es una fuente de ingreso público que, bien administrado, retribuye inversión en la economía local. 

En el tintero quiero dejar la siguiente reflexión: Ibagué no solo debe conformarse con las empresas públicas que tiene en la actualidad, debe crear alguna más que ayude a conformar un verdadero conglomerado público y comiencen, entre todas, a participar en diferentes mercados, como por ejemplo, la prestación de los servicios públicos domiciliarios –energía eléctrica, gas y aseo- y los no domiciliarios, como sería el caso de las telecomunicaciones. 

Pensemos que, en Colombia y, puntualmente, en Ibagué no tenemos suficiente competencia en servicios públicos –no hay mucho para escoger y en algunos casos no hay opción de escoger-, lo que va en perjuicio de la misma eficiencia en los mercados y el bienestar de los consumidores, pero sobretodo, tener competencia, con incidencia de nuestras empresas públicas, en este o en cualquier otro mercado, es una fuente importante para generar crecimiento y, en consecuencia, desarrollo económico y social.

Camilo Ernesto Ossa

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