Los municipios en la mermelada

A tiempo que se ha anunciado un nuevo esquema en la distribución de las regalías, el Presidente Juan Manuel Santos comunica que su monto para este año será de 9.1 billones de pesos; cifra en verdad apreciable que necesariamente debe estar destinada a producir un impacto de gran envergadura en el desarrollo de las regiones.

No deja de preocupar que los esfuerzos hasta ahora ejecutados para corregir el despilfarro y la corrupción en ese sector, se vean opacados por la acción de los corruptos que siempre están detrás del presupuesto para dar el zarpazo en medio de toda clase de argucias, fabricadas desde los fondos de la perversidad y desde las agallas del lucro indebido y aberrante.

Una suma como esta, situada en las arcas de las tesorerías municipales y departamentales, no deja de inquietar a todos aquellos formados en el peculado y en el enriquecimiento ilícito.

De los instrumentos que se diseñen para asegurar la efectividad de la inversión, dependerá si esa suma contribuirá efectivamente al desarrollo, o será un botín más para los corruptos.

Dentro de las nuevas Altas Consejerías que se anuncian, sería útil una que defienda esa gruesa suma de dinero a través de criterios muy claros que permitan estructurar proyectos, asegurar procesos licitatorios limpios y garantizar interventorías que hagan cumplir de manera fiel y precisa los compromisos de la ejecución de las obras.

El país está cansado de escándalos y de una corrupción de desproporciones asombrosas que parece una epidemia que todo lo consume, sin que nada sea efectivo para atenuar sus devastadores efectos.

Fuera de eso, es injusto e imperdonable que una oportunidad de riqueza nacional como esta que se nos presenta de manera afortunada, no se convierta en un instrumento de progreso efectivo y de mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes.

El anuncio del Ejecutivo dice de manera clara que el nuevo esquema de las regalías contiene cuatro principios esenciales: Equidad regional, social e intergeneracional; ahorro para el futuro; competitividad regional y buen gobierno.

Ojalá la dentadura que se diseñe para rumiar este proyecto de tanta envergadura, tenga las piezas completas y de buena calidad, para que no nos sorprenda otro desengaño en medio de la iniquidad y desvergüenza a que estamos acostumbrados los colombianos.

Y en todo este proceso, vale la pena que se estructuren muy bien los instrumentos de participación ciudadana, para que la vigilancia en manos de los beneficiarios sea una realidad y permita construir mecanismos efectivos de inversión y también de control real sobre la ejecución de las obras.

Quién más interesado en asegurar el éxito de una inversión que el propio beneficiario de ella.

Esperamos entonces que esta mermelada presupuestal que se va a repartir sobre las regiones de Colombia, endulcen de manera efectiva el pan y lo hagan sustancioso y tonificante a todos los ciudadanos.

Credito
EDUARDO DURÁN GÓMEZ

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