RAJADOS EN LECTURA

Bogotá, 26-abr.-2012 ().-Las cifras deben avergonzarnos, sus consecuencias deben sacudirnos. Es lo que podemos decir de los recientes resultados del estudio del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina en donde nos ofrece datos alarmantes como los siguientes:

Colombia es el país en donde el 67% de las personas no leen, argumentando además que no les gusta hacerlo. Y fuera de eso en nuestro país el índice de lectura es de 2.2 libros por persona al año, frente a 4 en Brasil, 4,6 en Argentina y 5,4 en Chile.
 
Los datos nos deben invitar a una reflexión profunda y debemos comenzar por decir que el atraso que se experimenta en materia cultural no es gratuito, pues la acumulación de conocimiento no es definitivamente nuestro fuerte.
 
Muchas son las causas: en primer lugar los libros en Colombia son demasiado costosos; no existen incentivos para promocionar las ventas, los fondos de publicaciones son cada vez más escasos y los gobiernos no suelen contemplar partidas especiales para masificar el libro. Fuera de eso los impresos están llenos de impuestos; el papel es en extremo costoso y no vemos nada que facilite la promoción a gran escala de la lectura, de tal manera que concurran estímulos importantes para fortalecer el aprendizaje.
 
No podemos perder de vista que quién no lee libros, no está en capacidad de aproximarse al conocimiento profundo, a construir reflexiones de alcance, de futuro, pues las herramientas de que dispone son lánguidas, sin contenido, sin elementos de juicio suficientes que permitan auscultar escenarios con verdadera propiedad.
 
Además el ejercicio de pensar no cuenta con estímulos ni motivaciones, pues es precisamente la lectura la que nos va ofreciendo escenarios, la que nos proporciona argumentación y posibilidad de confrontación y la que nos permite deducir situaciones.
 
Un país en donde la lectura no sea un elemento cotidiano e insustituible, no puede aspirar a pensar mejor, a concluir acertadamente, a construir con eficacia lo que realmente requiere.
            
Cosa igual podemos decir de los estudiantes y profesionales que no se sumergen el las lecturas constantes: son sencillamente mediocres, sin rumbo y sin alternativas, destinados a desempeñar oficios varios, pero no a diseñar y construir lo que efectivamente se anhela.
En este escenario, las autoridades educativas tienen una gran responsabilidad, para proporcionar los elementos que siembren la cultura de la lectura, que hagan de cada individuo un alimentador constante del ejercicio de pensar, de razonar y de deducir acertadamente.
 
¿Cómo es posible aceptar que países parecidos a Colombia, lean más del doble de lo que nosotros lo hacemos?
Colprensa

Credito
EDUARDO DURAN GÓMEZ

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