El patrimonio urbano

No podemos seguir dejando que la politiquería y las medidas inmediatistas sean las que se impongan, acabando con lo que se ha conseguido a través de los años e imponiendo esquemas abusivos, mal concebidos y llenos de intereses ocultos.

Las ciudades crecen hoy a ritmos insospechados, sobre todo en Latinoamérica, en donde tenemos todavía altos índices de natalidad, acompañados de migraciones constantes que producen toda clase de afectaciones dentro de los contornos urbanos, debido a la enorme presión por factores como la vivienda, el comercio, la movilidad y los servicios.

Uno deja de ir a una ciudad colombiana durante unos meses y se encuentra con tremendas sorpresas que bien pueden hacer pensar que no está en la ciudad esperada, pues sus nuevos elementos han producido tales transformaciones con el distintivo de que la mayoría de ellas se ha producido en medio del desorden y de la irresponsabilidad, en donde es clara la ausencia de principios, la carencia de programas y el desconocimiento de las realidades que asisten.


Las ciudades colombianas se nos están desintegrando, están perdiendo definitivamente su identidad, su crecimiento arrasa con lo bueno y patenta lo malo, y en todo ello la característica general es el desorden, acompañado de la ausencia del Estado.


Creo que esto tiene que detenerse cuanto antes y que es necesario desplegar todos los esfuerzos para retomar el rumbo. Las ciudades deben estar provistas de una especie de ‘consejo de sabios’ que, siendo los que saben de urbanismo, de historia y de proyección, sean los que definan los grandes derroteros en la acción.


No podemos seguir dejando que la politiquería y las medidas inmediatistas sean las que se impongan, acabando con lo que se ha conseguido a través de los años e imponiendo esquemas abusivos, mal concebidos y llenos de intereses ocultos.


Mientras las ciudades no tengan claro qué es lo que deben defender y qué es lo que deben proyectar, la anarquía será el instrumento que las acompañará y la disminución de la calidad de vida no se hará esperar.


Preguntas como qué se espera de los sistemas viales, de los instrumentos de transporte masivo, de los parques, de las avenidas y espacios de recreación, de seguridad ciudadana, de cultura y esparcimiento, de suministro de servicios públicos esenciales, tienen que quedar definidas y ofrecer toda claridad a los ciudadanos hacia el futuro.


Vivimos en un esquema en donde los mismos gobernantes no atinan a expresar qué es lo que quieren; cambian de concepto todos los días, hacen promesas y promesas, mientras esos mismos días pasan y pasan, y las obras no llegan mientras el desorden crece de manera afianzada y certera.


¿En que está representado nuestro patrimonio urbano? Me gustaría oír respuestas.

Colprensa

Credito
EDUARDO DURÁN GÓMEZ

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