¿Necesita un taxi?

El servicio de taxi se ha convertido en las ciudades colombianas en todo un calvario para cualquier desprevenido usuario que requiere de esta alternativa de movilidad.

El servicio de taxi se ha convertido en las ciudades colombianas en todo un calvario para cualquier desprevenido usuario que requiere de esta alternativa de movilidad. 

Lejos están aquellas épocas en donde taxi y taxista constituían elementos amables en la vida cotidiana. El primero se distinguía por su limpieza, por las buenas condiciones de mantenimiento y por el confort que brindaba. El segundo era una persona cortés, con muy buen nivel de modales, siempre dispuesto a hacer del trayecto contratado un espacio agradable, en donde las buenas costumbres brillaban. Además, la presentación personal del conductor siempre daba para un buen comentario. Y ni hablar del respeto hacia el pasajero, hacia las tarifas y hacia la colaboración requerida para la identificación del destino. 

Así las cosas, esta modalidad de transporte constituía un elemento a todas luces agradable y llegaba a ser un don preciado que todos sabían valorar. 

Pero hoy las cosas han cambiado mucho: por un lado los vehículos lucen destartalados, su cuidado interior o exterior no se nota por ninguna parte; la forma de conducir es aterradora y atropelladora; la presentación del conductor es lamentable y penosa, y el trato que ofrecen la mayoría es el que refleja los malos modales, la chabacanería y hasta el ultraje. 

Y ni hablar del peligro que encierra la infiltración de delincuentes en el oficio: los cuentos de “paseos millonarios” y atracos, son cada vez más escalofriantes y ponen a meditar a cualquier usuario antes de abordar un servicio. 

¿Cuál es el papel que juegan las empresas a donde deben estar afiliados los taxistas? La verdad no se nota ninguna acción que debería estar reflejada en su comportamiento, en su preparación, en la calidad del mantenimiento del vehículo en el trato amable y en la cultura del servicio. También en la organización que impida que inescrupulosos se amparen en el oficio para abusar, para delinquir, para hacer tenebroso un servicio que debe ser impecable si hay organización y existe vocación. 

Las autoridades tienen mucho que ver en estas deficiencias y les corresponde actuar. 

Credito
EDUARDO DURAN GÓMEZ

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