Palabras que gritan

La renuncia del Papa cayó como un balde de agua fría. Nadie la esperaba, ni tampoco la sospechaba; y tenía que ser así, pues no se conocía la ocurrencia de un episodio similar en seis siglos. Los mismos Cardenales que lo acompañaban no terminaban de creer y muchos dejaron escapar lágrimas de confusión.

El Papa ha dicho en posterior aparición que fue un acto libre e hizo un llamado para “Superar las rivalidades en la Iglesia” en donde antes había hecho duras referencias mencionando que algunos de sus príncipes acostumbraban a “morderse y devorarse mutuamente”. También había afirmado con valentía que “Debemos atravesar el corazón y no los vestidos… para que el Señor transforme, renueve y convierta”

Me parece que esta renuncia tiene un mensaje muy claro: La Iglesia debe practicar una reingeniería en su manejo, una reflexión sobre sus antiguos principios y un remozamiento de las ideas, muchas de ellas producto de milenarias interpretaciones.

Lo que hemos visto siempre es una ortodoxia que se impone sobre un pensamiento más abierto y flexible, en donde los cambios son demasiado lentos y en la mayoría de los casos tardíos.

Lo que extraña es que ese mensaje lo haya producido a quien se le consideraba como uno de los más conservadores dentro de la Iglesia, el antiguo Cardenal Ratzinger, que manejó por 24 años la poderosa Prefectura de la Congregación para la Doctrina de la Fe.


Pero debemos traer a cuento también las declaraciones del Cardenal Carlo María Martini, Arzobispo de Milán, considerada la sede más importante del mundo después de la de Roma. Después de soportar por 16 años la enfermedad de Párkinson, le ordenó a su médico que suspendiera el tratamiento y lo dejara morir, pero antes llamó a un periodista amigo le dejó su testimonio sobre la Iglesia en términos como estos:


“La Iglesia está cansada; la Iglesia es grande, pero los conventos están vacíos y la burocracia aumenta. Nuestros rituales y nuestra ropa son pomposos ¿Expresan estas cosas lo que somos?”


“La Iglesia debe reconocer los errores e iniciar un proceso de cambio radical comenzando por el Papa y los obispos… la palabra de Dios es simple y busca como compañero un corazón que escuche. Ni el clero, ni el Derecho Canónico pueden sustituir la interioridad del hombre… Los sacramentos no son una herramienta para la disciplina, sino una ayuda para los hombres, para el camino y las flaquezas de la vida. Respecto a las parejas separadas y vueltas a casas dice “Si esa familia es objeto de discriminación se corta su relación con la Iglesia. Si los padres están fuera, se perderá la próxima generación”.


Y para terminar esta “La Iglesia se ha quedado atrás 200 años ¿Cómo no vamos a agitarnos? ¿Tenemos miedo? ¿Miedo en lugar de valor?”.

Esperemos a ver qué pasa después de estos duros testimonios.

Credito
EDUARDO DURÁN GÓMEZ

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