O el recuerdo del día en que Colombia apabulló 5 - 0 a Argentina en 1993 en las eliminatorias efectuadas de cara a Estados Unidos. Los colombianos recordaremos el día de hoy, en toda su dimensión, en la privada, profesional, cotidiana pero ligada a aquella tarde en la que Colombia, participando por primera vez en los cuartos de final de un Campeonato Mundial de Futbol, se enfrentó para enterrar o resucitar a la poderosa y emblemática selección de Brasil que jugaba en su propio suelo. Ojalá la victoria nos acompañe.
Pero, para Brasil el resultado -sobre todo si es desfavorable- tendrá repercusiones que van más allá de la alegría o la tristeza, y que se trasladarán como sombras amenazantes en su fuero interno político y social. Reviviría el fantasma de aquel Maracanazo que pesa en su inconsciente colectivo como un fardo de desilusión desde aquella tarde triste de 1950, cuando fue derrotado por Uruguay. Y que podría resurgir con dolor y rabia, sobre todo, para la compañera Dilma Rousseff, que ante una eventual derrota de su selección, quizá bajaría en favorabilidad frente a su aspiración de reelección el próximo 5 de octubre. Perdería también Dilma -políticamente hablando- parte de los buenos goles que han metido a la pobreza y la miseria en su país, en los últimos años, jugando en llave y en la delantera con Lula da Silva.
En cambio, Colombia asiste a este reto futbolístico en los gozosos: con Presidente recién reelegido, fresco, con retos históricos inmensos y con la capacidad de amarrar un triunfo de la Selección a un avance en el proceso de paz que lidera. Tendría -en esa eventualidad victoriosa- un país unido, esperanzado, alegre, superando rencillas parroquiales y con confianza en jugar cartas de alto contenido estratégico. El momento histórico sería irrepetible.
A partir de la magia de fútbol, se estrechan muchos factores nacionales: cultura, política, pasado, presente y futuro. Albert Camus, apasionado por el tema, sintetizó sabias apreciaciones sobre el futbol, en dos dimensiones: la ética -“ todo lo que sé de ética se lo debe al futbol”, sentenció- referido en esencia a la comprensión mas profunda de la vida; y en el sentido de pertenencia a la nación, en su célebre frase, enunciada como título de la presente columna: “Patria es la selección nacional de futbol”.
Indiscutiblemente, hoy es un día histórico. Mañana será otra día, común y corriente, con un ayer de alegría o de tristeza para el pueblo brasilero o colombiano. Pero, tanto allá como acá, la vida sigue igual, como lo sentenció con sobrada razón musical Sandro, un filósofo ya olvidado de la balada latinoamericana.
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