No mires abajo

Guillermo Hinestrosa

Los poderosos juegan a la ruleta rusa con el planeta, pero preferimos ignorarlo. Como es de masoquistas ver noticieros, preferimos el fútbol o sumergirnos en seriados de plataformas de entretenimiento tipo Netflix. Son tantas las malas noticias que solo accedemos a tocar la realidad cuando se transmiten grandes espectáculos. 
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La bofetada que Will Smith le propinó a Cris Rock, por referirse a la alopecia de su esposa en la ceremonia de los Óscar, eclipsó dos semanas el genocidio que comete Putin contra Ucrania. La muerte accidental de Freddy Rincón tendió una cortina sobre las masacres del Eln y las disidencias de las Farc en Arauca, Nariño y Norte de Santander; el sicariato del Clan del Golfo contra policías en Antioquia y Cesar, los desplazamientos masivos que ocurren en la Sierra Nevada y el Cauca o el nuevo “falso positivo” cometido por el Ejército en el Putumayo.   

Es el contundente mensaje de Adam McKay, guionista de “No mires arriba”. Una sátira de Hollywood sobre la estupidez de una sociedad que prioriza los jaleos del showbiz frente a la cuenta regresiva que amenaza la supervivencia de la especie humana. Los expertos advierten que debemos limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados, para lo cual deberíamos reducir un 45% las emisiones de CO2 en 2030 y llegar al “cero neto” en 2050. La COP26 (Glasgow 2021) debió marcar el fin del uso del carbón, pero todo se vino al traste con la guerra en Ucrania, que cortó los suministros de gas provenientes de Rusia. 

Aunque no solo es el cambio climático. La ONU en su estudio World Population Prospects (revisión 2019), proyecta 8.500 millones de habitantes para 2030, y 9.700 para 2050, límite absoluto de población soportable por el planeta. Y esto condicionado a producir alimentos en las mejores tierras con la mejor tecnología y una distribución equilibrada de la población, que tampoco se dará. En los próximos 28 años África, el continente más pobre y seco, duplicará sus habitantes a 2.489 millones. Latinoamérica y el Caribe agregarán 150, para sumar 762 millones, superando a Europa. 

Cada uno hace sus cuentas hasta 2050. Si, como la mayoría de los dirigentes mundiales, supera los 50, poco le importará que en 28 años mueran Sansón y todos sus filisteos. Nadie podrá quitarle lo comido y lo bailado por cuenta de las elecciones que ganó, las hectáreas que deforestó, los ríos que contaminó y el plástico que arrojó al mar.

Es el estado en el que parecen yacer nuestros candidatos presidenciales (Fajardo 65, Petro 62, Fico 47). Inexplicable que el debate se enfoque en asuntos baladíes como el tal “perdón social” a delincuentes de cuello blanco, en un país con 97% de impunidad judicial, cuando lo que se requiere es que el Estado garantice justicia, responda por el orden público, reformule los esquemas productivos del campo, plantee una transición energética a largo plazo y responda eficazmente a las necesidades sociales de informales, desempleados, inmigrantes y contratistas de servicios, esa nueva forma de esclavitud con la que los políticos precarizan nuestras clases medias, en vía de extinción.  

Como lo escuché recientemente en la presentación de un libro: Colombia no es tanto un país subdesarrollado como un país sub administrado.

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GUILLERMO HINESTROSA

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