¿Es pertinente una Constituyente?

Guillermo Pérez Flórez

El presidente Petro acaba de alborotar el avispero al proponer una Asamblea Nacional Constituyente. Un claro indicador de que se siente acorralado por la oposición, no solo en el Congreso de la República, en donde sus reformas parecen no tener futuro, sino en otros espacios institucionales. Cree que le quieren poner una camisa de fuerza para maniatarlo y hacer inviables sus reformas.
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La propuesta es una especie de ‘huida hacia adelante’, y prueba que no está dispuesto a cruzarse de brazos, ni a renunciar a su compromiso. Antes de responder el interrogante que planteo, es necesario decir varias cosas. 1. La reforma a la constitución mediante una Constituyente es uno de los tres mecanismos previstos en la carta. (Art. 374 C.P.). Los otros dos son el Congreso o un referendo. Es una opción constitucional. 2. Petro no es el primero en hablar de ella. Para no extenderme, baste recordar que Uribe y Santos también la plantearon. Incluso, muchos de sus adláteres, como la senadora Paloma Valencia, quien habló de ella horas después de que la Corte Suprema de Justicia ordenara la detención domiciliaria de Uribe. 3. La constitución actual, ya no es la del 91. Así como en el 90, esta ya no era la del 86, planteamiento que formulara el exfiscal y exministro Alfonso Gómez Méndez, en sus múltiples escritos y en una entrevista que tuvo a bien concederme. A la del 91 le han hecho cerca de sesenta reformas. Al otro día de su aprobación comenzaron a ponerle cortapisas a través de leyes y de sentencias. 4. Los cambios estructurales que requiere el país (reforma política y electoral, a la justicia y al ordenamiento territorial), jamás, óigase bien, jamás van a pasar por el Congreso porque tocan los intereses de una casta que vive a expensas del Estado. El propio Gómez Méndez, que no es amigo de las enmiendas constitucionales, me aceptaba esto. 5. Con el jurista Augusto Trujillo Muñoz, hemos sido partidarios de una constituyente, desde los tiempos en que la proponía Álvaro Uribe, cuando se nos decía que mejor no, porque él podía ganarla.  

La iniciativa de Petro tiene un problema grande, que es al mismo tiempo su principal bondad. En el 90 el país estaba acorralado por la violencia y el narcoterrorismo, y la constituyente fue la fórmula para sacarlo del atolladero. Eso generó un espíritu de unidad nacional. Hoy las cosas son muy distintas, la situación fáctica comienza a parecerse a la de ese momento, pero el espíritu es de crispación política, no se respira concordia, solo discordia, tal es la ética que nos preside. La propuesta nace de un presidente cercado por la oposición, que es, hay que decirlo, inmisericorde. Gústennos o no las propuestas de reforma, es una torpeza absoluta hacer del no a ellas una bandera. Es esa oposición cerril la que ha llevado a Petro a mirar al art. 374.  Ha sido un grave error de cálculo empujarlo a apelar al constituyente primario, que es donde él se mueve como pez en el agua. 

El régimen presidencialista, a diferencia del parlamentario, no prevé cómo superar crisis políticas. Hoy tenemos una democracia bloqueada, existe un mandato político en la Casa de Nariño y otro en el Congreso de la República. ¿Cómo superarla, sino a través de las urnas? La Constituyente debería ser producto de un acuerdo nacional, y no lo es. Sin embargo, tal parece que no queda otra salida, pues no hay cómo anticipar elecciones. 

GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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