Al oído de la Fiscal General

Guillermo Pérez Flórez

Colombia tiene una nueva fiscal general: la penalista Luz Adriana Camargo Garzón. Y, cómo es apenas natural, se abre una luz de esperanza con respecto a que la suya disminuya los vergonzosos índices de impunidad existentes y recupere la credibilidad en la justicia, hoy, lamentablemente por los suelos. Que sea una justicia totalmente despolitizada, y que se derrote, de una vez por todas y para siempre, el viejo adagio de que la justicia es “para los de ruana”.
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La base de la convivencia y de la civilidad es la justicia. Cuando esta se quiebra, las sociedades retroceden a estados barbáricos, en donde se busca hacer justicia por mano propia y se impone la ley del más fuerte. Así, se desnaturaliza el Estado, pierde su esencia y razón de ser. Se diluye la idea que le da cuerpo a este. La nueva Fiscal lo sabe bien, porque no es una persona que llegue a aprender derecho penal, como ha sucedido con otros fiscales, sino que hizo su carrera viendo cotidianamente sus luces y sus sombras. No es una teorizante, es una ejerciente que sabe cuáles son las tuercas que se deben ajustar para que la máquina judicial opere de manera satisfactoria. 

Así se desprende de su discurso de posesión. Pertenece, además, a una línea de pensamiento con la cual me identifico: que Colombia no es homogénea, y que también la justicia, como la acción de gobierno deben tener enfoque territorial. No es lo mismo administrar justicia en la Guajira que en Amazonas, o en Vichada, en Chocó o en Bogotá. Ese solo enfoque constituye una revolución. 

Necesitamos directores seccionales que conozcan el territorio, que sepan de su historia, de sus aspectos idiosincráticos, que estén comprometidos con él. En otras palabras, que no sean simples funcionarios en plan de devengar un salario. Hace unos días conocí un sesudo documento elaborado por el abogado Armando Polanco Cuartas, quien públicamente, ha hecho saber que le gustaría ser Director Seccional de la Fiscalía en el Tolima. Las cifras que aporta demuestran la urgente necesidad de un viraje en la conducción de esta entidad. Les comparto solo una: en Ibagué solo se denuncia el 16% de los delitos. ¿Qué otra prueba se requiere para dimensionar la pérdida de fe de la ciudadanía en la justicia?

Muy ilusionante que la nueva Fiscal comprenda la necesidad de modernizar la entidad, y de recurrir a las nuevas tecnologías para luchar contra la corrupción y el crimen organizado. No puede ser que algunos exfuncionarios experimenten injustificados incrementos patrimoniales, pasen de vivir en alquiler a poseer mansiones, a la luz de todo el mundo y que nadie en la fiscalía vea nada. Este tipo de impunidad desmoraliza y mina la credibilidad. Necesitamos, señora Fiscal, volver a creer. Y usted tiene ahora la posibilidad de iniciar esa gran transformación institucional para lograr ese objetivo. No se vaya a dejar tentar por el poder, ni por la política. 

Necesitamos que haya más fiscalía que fiscal. Servirle al país y tener el respeto de los ciudadanos será su mayor recompensa. Este cargo será el culmen de su carrera profesional. Prométanos, que no le espera una asesoría con un grupo económico. Quiero creerle, como ya lo dijo, que será una fiscal independiente e imparcial. No aspiramos a más, pero no nos conformamos con menos.   

GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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