Un colombiano en Miami

Hermógenes Nagles

Tal como lo había prometido, Joe Biden comenzó a gobernar el pasado 20 de enero, echando por tierra de un solo plumazo todas las bestialidades cometidas por el bárbaro presidente Trump durante los 4 años de su pandémica administración federal.
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Lo primero que hizo el presidente Demócrata ante el Congreso de su país fue pedirle a Senadores y Representantes que le abran un juicio express de destitución o Impeachment. al expresidente elefantón por incitar a la violencia a su ejército de maniáticos, luciferes, desadaptados y esquizofrénicos seguidores que el martes 18 de enero casi linchan a los miembros del parlamento y al vicepresidente Pency, minutos antes de incendiar las instalaciones del paraninfo y palacio de las Leyes, emblemático lugar de la ciudad de Washington D.C. Trump, como lo hiciera Nerón en tiempos de la antigua Roma, quería contemplar que todo el Capitolio Nacional, con sus senadores y representantes por dentro, fuera consumido por las llamas por el imperdonable delito de no habérsele permitido reiniciar un segundo mandato.

La jauría de vándalos, ahora acorralados y tras de rejas aún lloran su partida y siguen gritando en las calles y en sus guaridas y manicomios que Obama y Byden le robaron las elecciones al pobrecito de Trump.

El mismo 20 de enero, el maquiavélico presidente salió despavorido por la puerta trasera de la Casa Blanca. La prensa de Europa caricaturizó el fin de su mandato con la efigie del Hombre verde o el increíble Hunt. Entre tanto, la prensa americana le publica todos los días nuevas metidas de pata canibalescas. Como por ejemplo que en la última semana de su mandato sus amigotes y compinches, empezando por el viejito demoníaco Rudy Giuliani, su principal defensor de oficio, se dedicaron a pedir entre 20, 30 y 40 millones de dólares a los bandidos más importantes de la alta sociedad gringa que pagan cárcel por distintos delitos para incluirlos en la lotería del perdón presidencial, vieja norma que por constitución de la República se cumple al pie de la letra el último día del mandato del presidente que va a ser relevado. Todo el mundo se resiste a creer semejante avionada, pero en el gobierno de Trump cualquier cosa podía ocurrir. Los periodistas que denunciaron este singular episodio soportan su aseveración con grabaciones de voces de los denunciantes de oficio. Todo parece indicar que el Señor Trump salió más quebrado económicamente de lo que entró a la Casa Blanca hace cuatro años y peor aún, esta vez sin posibilidades de recuperarse prontamente pues los multimillonarios contratos que sus compañías habían firmado con poderosos grupos financieros por servicios de hotelería, turismo y Real Estate, comenzaron a rescindirse y a finiquitarse en una cascada de decisiones de última hora pues nadie quiere sostener negocios ni trato comercial con un expresidente que sale a afrontar la peor imagen de gobernante y a ponerle el pecho a un complicado proceso judicial que por bien que termine mínimo le costará su muerte política.

Trump salió por fuerza de su descomunal brutalidad a guardar cuarentena en su mansión de Lago Mar de West Palm Beach. Allí también ocurrió algo de película: sus vecinos le hicieron firmar desde tiempo atrás un acuerdo notarial donde el empresario y político elefantón se comprometía a no volver a residir en su mansión versallesca, una vez abandonara la Casa Blanca. Con documento en mano sus vecinos ahora le recuerdan que podrá permanecer cortas temporadas de vacaciones en su casa para no poner en grave riesgo la tranquilidad de esta paradisiaca zona de la Florida.

Durante la primera semana de su juramentación, como en una novela de ciencia ficción, Byden expidió distintas órdenes presidenciales, diecisiete en total, poniendo fin a las excentricidades y locuras gubernamentales de su antecesor. Veamos algunas: Primera orden presidencial. Se ordena el uso de mascarillas en todo el territorio de los Estados Unidos para prevenir el contagio del virus Covid 19 durante los próximos cien días de mandato del presidente Biden. Segundo: se suspende definitivamente el proyecto de construcción de un cercado de concreto y lámina, de las características del Muro de Berlín planeado por el gobierno Trump para evitar el ingreso de inmigrantes a suelo americano por la frontera con México. Tercero: Se ordena suscribir nuevamente la inclusión de los Estados Unidos en el Acuerdo de París para participar en las conversaciones, pactos y tratados de cambio climático. Cuatro: Se ordena suscribir regreso inmediato al seno de la Organización Mundial de la Salud para poder compartir investigaciones, medidas y estrategias contra el coronavirus que le ha representado a los Estados Unidos un número de 480 mil muertes.

Hermógenes Nagles

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