El Netflix del Tolima

Hugo Patarroyo Murillo

¡Qué vaina! No puedo resistirme a las comparaciones. Sobre todo, a las que tienen que ver con mi departamento.
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En éstas épocas de confinamiento, en las que el trabajo es virtual, “el descanso” en la jornada de trabajo, lo están constituyendo las películas por internet, que, están jugando un papel fundamental. Pasaron de ser algo aleatorio en la agenda de las personas a convertirse en el “pan de cada día”, con horario pre-fijado y todo. Por fortuna, existen empresas como Netflix, que nos ha proporcionado por el sistema de plataforma virtual una gran cantidad de cintas para todos los gustos, tamaños, colores y sabores. Sé de pueblos en los que los vecinos se reúnen a cierta hora, a mirar tal o cual serie con “tapabocas” y todo. Tal vez la gente está “mamada” del tema de la pandemia en los noticieros y quieren un poco “distraer la mente”. Cambios, cambios, cambios, que se están presentando.

Habrá algunos a los que les gusta la “peli” con puño, mordisco, patada y cachetada. A otros, es el romanticismo el que les direcciona la escogencia. A los más jóvenes, películas de acción, de espionaje, futuristas, etc, etc. Los niños, también tienen espacio para sus “muñecos”. Hay para todos.

A mí, personalmente, me gustan son las que tienen un sustento histórico, sean del tema que sean, pero que tengan algo de trasfondo verdadero. Siempre tengo en mente la frase de mi dilecto profesor Abelardo Forero Benavides, quien me decía en la Universidad de Los Andes: “Patarroyito, el que no conoce la historia, no puede entender la política”. Dicho y hecho.

El tema es que vivo contrastando personajes históricos con “figurones” del momento en el Tolima. De la serie “Los últimos Zares” (la familia Romanov), encuentro “Rasputines” en la Gobernación que, parodiando al monje ruso, tratan de influir en las decisiones del gobernante, incluidos nombramientos, contraticos, etc. etc. De las películas sobre Hitler, también emerge el famoso Joseph Goebbels, traído recientemente a colación en varios artículos regionales, como el rey de la propaganda nazi en la Segunda Guerra Mundial. Goebbels hay varios, tanto en la Gobernación como en muchas Alcaldías Municipales en el Departamento, dedicados a la adulación del “Jefe”, la desinformación del contendor político y la propaganda negra.

“El último emperador”, esa gran película de Bernardo Bertolucci también tiene cabida en la política tolimense. Lo que no sé es exactamente si todo ese manejo y desconocimiento de la realidad colombiana, obviamente, incluida la corrupción, vaya a desembocar en el ascenso de un régimen comunista, como el de Mao-Tse-Tung, en la película. Esperemos que no. “El Padrino”, basado en la novela de Mario Puzzo, tiene su propio intérprete.

No necesita identificación. Pero… la que más me gusta es “La Jaula de las locas”, la primera parte, porque allí sí están reflejados, con todo respeto, muchos de los actores de nuestra política regional. Con errores, simpatía, pasiones, intereses, malas interpretaciones, etc. etc. Lástima que para el caso del Tolima, la avaricia haya convertido a todo éste simpático grupo en todo lo contrario a lo reflejado en el celuloide. Estamos pendientes del estreno en Netflix, de “La caída del Chapo Guzmán”. Ciao.

HUGO PATARROYO MURILLO

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