Sin “medir” las consecuencias…

Hugo Patarroyo Murillo

No va a faltar quien diga que lo sucedido contra el Presidente Duque cerca a Cúcuta es producto de un “auto-atentado”, todo ello con miras a subir la popularidad del Primer Mandatario en las encuestas de opinión. Tendría que ser muy “obtusa” la persona para caer en ese tipo de exabruptos. La verdad es que fue muy muy delicado lo que aconteció el Viernes en la tarde, en Santander del Norte. Se atentó no sólo contra una persona, sino contra lo que él representa. Le dispararon fundamentalmente fue al Presidente de la República de Colombia, que iba acompañado de dos de sus Ministros, el Gobernador y el Alcalde de la ciudad capital.
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Los más acérrimos detractores de Duque Márquez dirán que todo puede ser válido en esta “barahúnda” de cosas que se vive en nuestro país. Además, la región que visitaba Duque, tiene de todo lo habido y por haber. Es una región muy “caliente”.  Esto hace parte de la falta de consolidación regional del Estado en Colombia, imperfecta construcción a la que, de alguna forma, coadyuvó la “Ineptocracia”, término que popularizó el politólogo francés, Jean D’Ormesson. La Democracia como tal, no se conoce en todo el sentido de la palabra y el Estado colombiano aún no se termina de construir. Lo cierto es que el país cada día se polariza más y la corrupción, más que el tráfico de narcóticos,  es el combustible que no deja apagar la hoguera. “ Los politiqueros” no se dan cuenta de ello. Siguen con “sus mañas” y se está es menoscabando todo el aparato de la nación colombiana. Tendrán es que ir buscando la manera de pescar en “otro charco”, mejor dicho, salirse del territorio patrio.

Ahora, ¿qué se prevé? Lo lógico. Una acción, produce una reacción. Y, en esta ocasión, la reacción provendrá del establecimiento gubernamental. Atrás quedaron las manifestaciones, los bloqueos, los paros.  El diálogo y la palabra, quedan en entredicho. No se midieron las consecuencias. La historia del mundo, nos da clásicos ejemplos: la “bota italiana”, tuvo unos señores feudales que, guardadas proporciones, ejercieron un dominio casi absoluto en sus territorios. Asaltos, botines, traiciones, atentados, guerras tanto internas como externas, fueron el “pan de cada día” de Génova, Milán, Florencia, Verona y Bolonia en la Edad Media. No le obedecían ni al Papa en Roma. Todos se creían “amos y señores”, hasta que llegó Victor Manuel II en 1861 y puso la casa en orden, dando pie al moderno Estado Italiano. Hoy tenemos allí en la frontera, colombo-venezolana, “de todo un poco” y manejan cuanto se pase por la cabeza. Bien vale la pena, ir pensando en la construcción de una 2ª República de Colombia.

Adendo: Nos adelantó el San Juan, la tercera estrella del Deportes Tolima. Tal vez, sea Gabriel Camargo Salamanca, el más obsesivo de los tolimensistas. “Gabrielito”, muchas veces injustamente vilipendiado, sobre todo, por desinformados comentaristas radiales en Ibagué, lleva definitivamente a nuestro Departamento en el corazón. Ninguno más que él.  Gracias, “Gabrielito” por darnos un “bálsamo” de felicidad, en este aguacero de agobios encabezados,   por el tema de la pandemia.

HUGO PATARROYO MURILLO

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