Colombia, entre la “ramplonería” y el “mesianismo”

Hugo Patarroyo Murillo

Qué vaina, carajo!!!  Últimamente, a los colombianos nos inducen a votar, no por el mejor, sino el menos “pior” de los candidatos a la Presidencia de la República. Faltando ocho días para los comicios electorales, la incertidumbre es total. No se sabe cuál rumbo  tomar.
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Que los colombianos queremos CAMBIO, es algo que hace parte ya del discurso electoral en nuestro país. En la publicidad del MRL de López Michelsen, con avisos a una sola tinta (no existía nada más), en la que se veía la silueta del “capi” López, se leía CAMBIO, CAMBIO, CAMBIO. Esto hace ya más de 60 años. Obviamente, las palabras del “Compañero Jefe”, cayeron al vacío. El otro tema, es el de la inacabable CORRUPCIÓN. Todos queremos que esa vagabundería se acabe pero muchos  abrevan en las fuentes del erario. Da mucha comodidad socio económica y reciclaje político.

Hoy en día, los dos candidatos, el “zipaquireño” (no es que sea malo decir que se nació allá. Lo cuestionable es que se digan mentiras, en algo tan elemental. Porque, como dice el evangelista Lucas 16 10-15: “El que es honrado en lo poco, será honrado en lo mucho” y, viceversa, claro está) va,  “pelando el cobre”. Salen a flote comportamientos “non sanctos” para llegar al triunfo electoral. Ésa guerra sucia desatada contra personas transparentes y decentes como Sergio Fajardo, indudablemente, van a tener su costo electoral. La llamada “combinación de todas las formas de lucha”, el creerse el “ungido”, el mesías,  no tiene asidero en el colombiano medio. Ese tipo de asesores que se han visto en la TV, son “amores que matan” y perjudican la pulcritud con que se deben manejar las campañas electorales. Esos chalados, restan más que aportar.

Y, por el otro lado, un santandereano (de Piedecuesta) que supo explotar su “chabacanería” y un reiterativo discurso anticorrupción,  gustó al colombiano medio que le respondió electoralmente. Con cuestionamientos administrativos por aclarar y otras varias “cositas”, el ingeniero es la contraparte de lo que está sobre el tapete. No lo queremos imaginar en una cena de Estado, invitado al Palacio de Buckingham en Londres o a una recepción en el Palacio del Eliseo en París, “madriando” a diestra y siniestra.  Al decir de Google, “ramplón” quiere decir: “Que carece de buen gusto, originalidad, elegancia, distinción, etc.”. Ya se le vio “al viejito”  actuar. La forma como decidió unilateralmente cambiar lo acordado sobre el día de una encuesta con Sergio Fajardo: “volteó la arepa” de un momento para otro y adelantó la fecha. Lo último que hizo fue desde un estadio en Medellín y, tal vez, obnubilado por aplausos previamente orquestados, dar unilateralmente por finalizados unos intercambios sobre temas de nuestro país, con Fajardo, Robledo, Cristo y Amaya. Cambia de opinión, acorde  a las fases de la luna. Y… como a los de la tercera edad, se les perdona todo, “al viejito” se las pasan “de agache”. 

El ser de provincia, debe ser un orgullo para todos los que no nacimos en las grandes ciudades pero hay provincianos de provincianos. En los dos casos, el folclorismo tiene sus límites y más que todo, cuando se trata de la primera DIGNIDAD en nuestro país. Para no estar quejándonos los próximos cuatro años, el VOTO EN BLANCO, es una real opción en Colombia. Será un voto que, como lo sugieren Fajardo y Robledo, es la única alternativa que tenemos en nuestra nación.

Hugo Patarroyo Murillo

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