El “libre albedrío” electoral

Hugo Patarroyo Murillo

Ya, vencidos los términos para inscribir candidatos con miras a las regionales del 29 de octubre, (con sobresaltos y todo,  de aspirantes de última hora) no deja de tener vigencia el cuestionamiento generalizado sobre el actual sistema político en nuestro país. 
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Muy seguramente, la controversia más protuberante es, la que se da en el intento de los politiqueros, por imponer un “paquete” de candidatos al elector raso. “Un combo”. 

Mejor dicho, el tema es, si se simpatiza por un candidato a una Alcaldía, se debe votar por los candidatos al Concejo Municipal, a la Asamblea y, a la Gobernación del Departamento, “avalados” por el mismo grupo político. Y… si no, se queda ad-portas de un “señalamiento moral”, por parte de los inquisidores de turno.   Por fortuna, cada día que pasa, la gente la tiene más clara y “vota por el que se le antoja, por el que se le da la gana”, que es, como debe sufragar. Eso no es pecado. La perversidad se da, es cuando el “Jefe Político”, induce al elector a que “tiene que votar” por uno u otro señor (a), y lo “constriñe” de algunas formas, sin tener la más mínima idea de ¡quién es, al que promueve! 

Y… como todo, tiene un “marco conceptual”, ese comportamiento de independencia electoral, se puede definir como “libre albedrío”. Ni más, ni menos.  Según Google, “libre albedrío o libre elección” “es, la capacidad de los seres humanos de tomar decisiones autónomas , o sea, de elegir entre varias alternativas. Esto implica asumir la responsabilidad de las propias acciones”. Uno de los “Doctores” de la Iglesia, San Agustín de Hipona (354-430) dice: “el libre albedrío fue concedido al hombre para que conquistara méritos, siendo bueno no por necesidad, sino por libre voluntad”.

La verdad es que, el candidato, es el que debe llegar al corazón del elector, del votante. Conquistárselo con sus ideas, con sus programas, con sus proyectos. Con algo que, realmente se pueda cumplir. Sin mentir porque, precisamente a ésa falsedad, es que se debe el desprestigio de mucha, mucha, de la clase política en nuestro país. Utilizan cualquier cantidad de subterfugios para ganar, sabiendo que, cantidad de lo prometido, no se puede llegar a ejecutar. Mejor dicho, “engañando al elector”.

Adendo: En resumidas cuentas, hay que votar, votar a conciencia, votar con la mezcla que se quiera,  pero votar.  Participar de ésta herramienta que nos facilita nuestro imperfecto sistema electoral. Cualquier combinación, es bienvenida. 

Por ejemplo: Adriana Magali, del “Partido Conservador” a la Gobernación; a la Asamblea del Tolima, Luis Alejandro Cuéllar de “Dignidad y Compromiso” o,  Juan Rodrigo Alvarado, de la “Nueva Fuerza Democrática”; a la Alcaldía de Ibagué, Camilo Delgado del Liberalismo o, el General (r) Murillo Orrego de “Ibagué Siempre Adelante”, al Concejo de la capital musical, optar entre Julián Rodríguez de “Dignidad y Compromiso” o Matteo Correa de “Firme por Ibagué”, y… a los que voten en Ataco, a la Alcaldía Municipal, por Héctor Muñoz Briñez, de “Nueva Fuerza Democrática”. 

Sin perjuicio de los otros candidatos, entre los que hay muy buenos, los anteriormente mencionados, son EXCELENTES voceros de sus colectividades y realizarán, un magnífico trabajo en favor de sus comunidades. La caduca “ideología de pertenencia” (yo soy liberal, porque mi papá era liberal) debe dar paso, al verdadero  ejercicio de la libertad, a través del “libre albedrío, o la  libre elección”.

 

HUGO PATARROYO MURILLO

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