La Encíclica Social

Hugo Rincón González

Se empieza a conocer la nueva encíclica papal “Fratelli Tutti”, la encíclica social del Papa Francisco. En medio de un mundo cruzado por el caos, la violencia, la desigualdad, la concentración de poder en los grandes grupos económicos, las plagas, enfermedades y la pobreza, la Encíclica hace un llamado a promover una aspiración mundial a la fraternidad y la amistad social. Todos nosotros tenemos en común que pertenecemos a la familia humana, debemos reconocernos como hermanos hijos de un solo Creador. Navegamos en un mar embravecido en el mismo barco y por tanto debemos entender y tomar conciencia que en un mundo globalizado e interconectado sólo podemos salvarnos juntos.
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En buena hora aparece esta reflexión profunda del Papa. Reivindica elementos fundamentales como el bien común y la dignidad humana. Refiere que la fraternidad debe promoverse no solamente con palabras sino con hechos, éstos se deben concretar en una mejor política que piense en los excluidos y no solamente en los intereses del sector financiero, que asegure el trabajo para todos y que cada persona pueda desarrollar sus capacidades, además esté dirigida a erradicar el hambre, azote de cientos de millones de personas en el planeta.

Como hablándole a nuestro país, uno de los más desiguales del planeta, el Papa Francisco señala que un mundo más justo se logra promoviendo la paz, ésta no solamente es la ausencia de la guerra, la confrontación fratricida, sino también una obra “artesanal” que debe implicarnos a todos sin excepción. Reivindica la verdad y la reconciliación como elementos que deben ser proactivos, apuntando a la justicia a través del diálogo. El Papa es contundente en la condena a la guerra que genera una negación de todos los derechos y que hoy es inconcebible, ni siquiera en una hipotética forma “justa”, debido al nefasto impacto de las armas contemporáneas contra los civiles inocentes.

Reivindica la necesidad de construir una sociedad fraternal, que promueva la educación para el diálogo que permita a los individuos dar lo mejor de sí pensando en el colectivo y no en el individualismo radical. Precisa que hay dos instrumentos para construir este tipo de sociedad: 1) la benevolencia, entendida como el deseo concreto del bien del otro, y 2) la solidaridad, expresada en el servicio a las personas y no a las ideologías, luchando contra la pobreza y la desigualdad.

Exalta la dignidad como un derecho que no puede ser negado a nadie, independiente de las regiones o países, independiente de donde hayamos nacido todos. Pensando en los migrantes de otras naciones manifiesta que los bienes de los territorios no pueden ser negados a los necesitados que vienen de otro lugar.

Refiere que la mejor política es la más preciosa forma de la caridad porque está al servicio del bien común y conoce la importancia del pueblo. Una expresión de esta mejor política es la que tutela el trabajo, “una dimensión irrenunciable de la vida social”. La mejor ayuda para un pobre según el Papa Francisco, no es sólo el dinero, que es un remedio temporal, sino el hecho de permitirle vivir una vida digna a través del trabajo.

Coincide el Papa con algunas organizaciones que en la región promueven el desarrollo y la paz al señalar que “La verdadera estrategia de lucha contra la pobreza no tiene por objeto simplemente contener o hacer inofensivos a los indigentes, sino promoverlos desde el punto de vista de la solidaridad y la subsidiariedad”.

Sobre la paz se reitera la relación de la misma con la verdad, la justicia y la misericordia. Su búsqueda debe estar lejos del deseo de venganza y debe tener como objetivo formar una sociedad basada en el servicio a los demás. La paz es un “oficio” que nos involucra a todos y en el que cada uno de nosotros debe desempeñar su papel. La tarea de la paz no da tregua y no termina nunca.

Como Laudato Si que nos llama al cuidado de la casa común esta nueva Encíclica Social es de una enorme carga de profundidad que debemos estudiar y aplicar para construir una mejor sociedad y un mundo mejor.

HUGO RINCÓN GONZÁLEZ

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