Creencias

Hugo Rincón González

La apuesta por la paz total del gobierno nacional, debe superar a diario muchos escollos que le permitan avanzar.
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Surgen dificultades de diferente naturaleza que son magnificadas por la gran prensa buscando minar la credibilidad de la opinión pública. La actitud de los grupos irregulares que negocian con este gobierno ha complejizado la construcción de confianza. Hechos ya referidos como el secuestro del padre del jugador Luis Díaz y las declaraciones del Estado Mayor Central de las Farc, flaco servicio le presta a un proceso tan vigilado y criticado por la oposición política.

Un factor fundamental para avanzar en la construcción de este esquivo sueño de paz tiene que ver con la creencia de la ciudadanía en el proceso. Con el incesante bombardeo de los medios masivos de comunicación y de la oposición política, la creencia que se instala mayoritariamente en el inconsciente colectivo es que esta negociación está basada en la impunidad de los grupos irregulares y la entrega del Estado a estos mismos movimientos irregulares. Craso error de interpretación pues la negociación política que es compleja busca por el contrario avanzar en la construcción de una paz estable y duradera con los movimientos insurgentes y las bandas armadas.

El referente que demuestra que la creencia de la entrega del Estado a la guerrilla es una mentira, es el acuerdo de paz con las Farc. Resultó todo lo contrario. Se desmovilizaron e hicieron dejación de armas 13.000 hombres, el partido político surgido del proceso no tuvo un respaldo importante de la ciudadanía y además los territorios donde hacían presencia se aclimataron en un ambiente de convivencia y tranquilidad para las poblaciones azotadas por la violencia del conflicto armado.

La falla estructural no es la negociación política con los grupos insurgentes sino el incumplimiento de los acuerdos y la violencia y asesinato de un número importante de firmantes. El acuerdo firmado generó inmensas expectativas en las comunidades más afectadas por la guerra. La arquitectura institucional surgida de la implementación del acuerdo se ha quedado corta para avanzar en estos 7 años lo que debería. Importante ha sido el sistema de justicia transicional con la Jurisdicción Especial para la Paz JEP y la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad CEV pero hay un retraso indiscutible en temas como la reforma agraria y la implementación de los PDET.

Fortalecer la creencia de la paz como una apuesta fundamental para la reconciliación y convivencia de los colombianos no debería tener discusión, sin embargo, el gran timonazo que debe darse es el cumplimiento de lo acordado con las Farc para generar confianza en los demás grupos que hoy negocian y que con sus actos generan dificultades y prevención entre los colombianos.

El gran desafío es la implementación del acuerdo de paz como una demostración de que con su cumplimiento nos acercamos a la reconciliación entre los colombianos. Que la gente en los territorios no se sientan desamparados y que llegue la inversión social tan largamente esperada por las comunidades que han habitado en la tierra del olvido.

Si logramos esto, veremos a una Colombia diferente, un país que se la jugará sin ambages por la paz como bien supremo logrando generar la creencia mayoritaria de que es mejor una paz imperfecta que una guerra perfecta.



Coinspirando

Hugo Rincón González

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